LA FERIA DEL TORO DE PAMPLONA

Toneladas de borrego

JOAQUIN VIDAL ENVIADO ESPECIALLos Pabloromero pesaban, entre los seis, varias toneladas; salvo dos, rebasaron los 600 kilos, y hubo uno de 699 que, con el agua que se bebió por la mañana, ya serían 701.Obviamente, todos lucian unas fachadas apabullantes, gruesos solomillos apretando la capa cárdena oscura; morrillos dando réplica al globo que a ratos sobrevolaba la plaza papadas bamboleantes entre los gordos brazuelos. Pero eso era por fuera; por, dentro, todos borregos, y tan borregos, que corrida adelante empezaban a parecerlo por fuera también.

De manera que las toneladas de los Pabl...

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JOAQUIN VIDAL ENVIADO ESPECIALLos Pabloromero pesaban, entre los seis, varias toneladas; salvo dos, rebasaron los 600 kilos, y hubo uno de 699 que, con el agua que se bebió por la mañana, ya serían 701.Obviamente, todos lucian unas fachadas apabullantes, gruesos solomillos apretando la capa cárdena oscura; morrillos dando réplica al globo que a ratos sobrevolaba la plaza papadas bamboleantes entre los gordos brazuelos. Pero eso era por fuera; por, dentro, todos borregos, y tan borregos, que corrida adelante empezaban a parecerlo por fuera también.

De manera que las toneladas de los Pabloromero eran toneladas de carne borrega, buena para el estofado, inútil para la lidia. En lugar de embestir, pastoreaban, y fuerza no tenían ninguna, en absoluto. Cómo toros de tamaña envergadura son incapaces no ya de tumbar a los caballos sino simplemente de moverlos, es un misterio profundo. Pero aunque se tratara de borregos. Un borrego que llegara a pesar más de 600 kilos, lanzado contra un caballo, lo tiraría patas arriba al río. Pues los Pabloromero, nada: tropezaban contra el caballo y ni lo estremecían.

Plaza de Pamplona

7 de julio. Seguda corrida de feriaCinco toros de Pablo Romero, de impresionante presencia, rebasando los 600 kilos, pero muy flojos y aborregados; quinto, sobrero de El Torreón, con trapío, manso y también aborregado. Raúl Aranda. Dos pinchazos y estocada corta caída (silencio). Estocada ligeramente atravesada y descabello (silencio). Roberto Domínguez. Estocada corta baja perpendicular y dos descabellos (silencio). Pinchazo y bajonazo descarado (silencio). El Soro. Bajonazo (insistente petición, ovación y saludos). Pinchazo a un tiempo, otro pinchazo, estocada a toro arrancado -aviso- y descabello (algunos pitos).

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Eterna sorpresa

La ganadería de Pablo Romero lleva años sorprendiendo cada tarde a la afición con una novedad distinta. A veces es la más mansa del mundo; a veces, la más bronca; a veces, como ayer, la más borrega. Esta divisa cargada de historia, no sólo está en decadencia, sino que atraviesa una extraña crisis de identidad.

A la borreguez Pabloromera, la mala fortuna quiso unir ayer en Pamplona un calor asfixiante. La tarde de toros transcurrió insoportable. Canales de sudor y sangría empastaban la solanera, y los mozos bullían no se sabe si contenedores o contenidos de alcoholes varios, cantando melodías. Las de siempre, con la ternura habitual.

Así, el mamá Inés, en alternancia con el arriba la goma 2. Porfiaba derechazos Roberto Domínguez al quinto borrego, un sobrero de El Torreón, y las peñas entonaban Osasuna a la UEFA va, con música del submarino amarillo. Tan torera como la lidia estaba la gente. Si dan fútbol, le habría importado lo mismo. El quinto fue el de 700 kilos, devuelto al corral porque se partió una pezuña. Y el cuarto también se partió obra, durante la faena de muleta. Las pezuñas rotas no empeoraban las embestidas, porque ya eran malas de origen.

Raúl Aranda le hizo al primero una faena muy decorosa, casi toda sobre la mano derecha, adornada con un bonito surtido de muletazos, y no se la tuvieron demasiado en cuenta los mozos, que preferían libar.

Sin vibración

Al cuarto le porfió pero como era la hora de la merienda y la gente atacaba bocadillos y pucheros, o se tiraba al gaznate botellas enteras de champán, le hubiera dado igual colarse en el banquete. Nadie se habría dado cuenta. Las vocacionales exquisiteces que suele ensayar Roberto Domínguez no valían para Pamplona. Le faltó vibración a la correcta faena que aplicó al segundo borrego, y sus voluntariosos intentos al quinto inspiraron Osasuna a la UEFA va.

En cambio el tremendismo de El Soro sí es para sanfermines. Cuando prendía vigorosos pares de banderillas, reuniendo fuera de cacho, le coreaban como El Soro no hay ninguno. Cuando pegaba telonazos previa patadita al suelo y salto para rectificar, o pases de pecho en cadena, restallaban oles, largamente acentuados en la o: !oooooole".

Entre tanto, los toros se le escapaban sin torear de verdad y fue una pena en el caso del sexto, que resultó el único bravo, noble y aproximadamente toro de la corrida.

La tarde sofocante e insoportable echada a borregos también tuvo este signo negativo: el único toro toreable correspondió a quien no tenía la menor intención de torear. Los hados no son propicios a la fiesta. Lo, suyo es el voleibol.

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