La Fundación Miró recibe varias consultas al año sobre cuadros falsos del artista

"Hacen desastres, aunque temo que esto durará siempre", dice la viuda de Miró

"La inmensa mayoría de falsificaciones de Miró son muy groseras, y aquí lo podemos decir con conocimiento de causa, pues nos pasan varias por las manos cada año", dijo ayer a este diario Rosa María Malet, directora de la Fundación Miró de Barcelona. "Ya conocíamos la existencia de obra gráfica falsa de Miró, litografías y grabados, y ahora parece que también hay pinturas, pero no creo que se trate de centenares, como se ha dicho", añadió la directora de la Fundación Miró. "Personalmente, aún no he visto al falsificador perfecto de Miró. Aunque hay mala fe, el falsificador impecable, con la sen...

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"La inmensa mayoría de falsificaciones de Miró son muy groseras, y aquí lo podemos decir con conocimiento de causa, pues nos pasan varias por las manos cada año", dijo ayer a este diario Rosa María Malet, directora de la Fundación Miró de Barcelona. "Ya conocíamos la existencia de obra gráfica falsa de Miró, litografías y grabados, y ahora parece que también hay pinturas, pero no creo que se trate de centenares, como se ha dicho", añadió la directora de la Fundación Miró. "Personalmente, aún no he visto al falsificador perfecto de Miró. Aunque hay mala fe, el falsificador impecable, con la sensibilidad y la técnica de Miró, no existe todavía". Por su parte, Pilar Juncosa, viuda de Joan Miró, dijo a este diario en Palma de Mallorca que "estos asaltos no tienen remedio".

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Las cifras que se barajaban acerca de una "avalancha de falsificaciones de la obra de Miró desde la muerte del artista" en la información de The New York Times que reproducía ayer este diario, parecieron a Rosa María Malet un tanto exageradas: "Yo pondría en cuestión lo de 'centenares' de pinturas de Miró falsificadas, así como lo de 'millares' de litografías y grabados falsos, aunque en este último aspecto nosotros no tenemos tanta experiencia, pues no nos ocupamos del aspecto comercial de la obra de Miró".El origen de la alarma ante una posible avalancha de falsificaciones mironianas fue una información de The New York Times publicada ayer por este diario, en la que el experto en arte y amigo personal de Miró Jacques Dupin daba cuenta de algunos recientes peritajes de obras falsas de Miró que ha hecho en Norteamérica y expresaba sus sospechas de la existencia de una "avalancha" de falsificaciones mironianas. Dupin calculó en "varios centenares" el número de obras falsas de Joan Miró que podría haber en circulación en el mercado norteamericano.

En cualquier caso, la directora de la Fundación Miró corroboró por completo la autoridad de Jacques Dupin -amigo de Miró y experto en su obra- para determinar la autenticidad de la obra del artista. "Además de experto y marchante de arte, Dupin es miembro del Patronato Artístico de la Fundación Miró y ya hemos tenido noticias de sus peritajes en otras ocasiones. Asismismo, nos ha ayudado en algunas de las consultas que recibimos aquí acerca de la autenticidad de obras de Miró".

Rosa María Malet reconoció, por otro lado, que una avalancha de falsificaciones mironianas no es un fenómeno descabellado un año escaso despues de la muerte del artista. "Éste es el momento dulce de los falsificadores, al igual que sucedió tras la muerte de Picasso. En el momento en que el artista deja de existir, sobre todo cuando se trata de artistas como Picasso o Miró, que insistían mucho en controlar su propia obra, puede haber cierta desorientación, que los falsificadores aprovechan".

"Quienes van de mala fe", señaló la directora de la Fundación Miró, "podían verse frenados con el artista en vida, pero su muerte -y la escalada en los precios de sus obras- han contribuido a que las falsificaciones salgan a la luz". "Miró era un artista internacionalmente reconocido, y su obra, que es numerosa, se puede encontrar en muchas galerías de arte. Esto complica mucho el seguimiento de las obras y facilita la acción de los falsificadores".

Miró que no lo son

La directora y el personal de la Fundación Miró de Barcelona están, por otra parte, acostumbrados a encontrarse con obras de Miró falsas. "Por desgracia", dice Rosa María Malet, "pasan por nuestras manos varias falsificaciones al año. No es que sea falso todo lo que nos muestran, pero cada año recibimos muchísimas consultas de todas partes del mundo. Generalmente se trata de personas que han heredado un cuadro y quieren conocer su valor, o de coleccionistas o galerías a los cuales han hecho una oferta"."Un caso muy típico, no de fraude, sino de desorientación, es la gente que viene con un cuadro de principios de siglo firmado 'Miró' y preguntan si es un Joan Miró de las primeras épocas, cuando en realidad es de otro Miró, creo que de Vilanova i La Geltrú, que vivió entre mediados del siglo XIX y principios de éste", cuenta Rosa María Malet. (Gaspar Miró i Lleó -1859-1930- pintor posimpresionista nacido en Vilanova y que residió en Barcelona, París, Lyon y Venecia).

La directora de la Fundación Miró opina que "si es cierto lo de la avalancha de falsificaciones, y si éstas tienen un origen común, es evidente que es algo que hay que detectar y eliminar en ese origen. Desde luego, eso es algo que las autoridades, las galerías, las casas de subastas y los expertos como Jacques Dupin pueden hacer mucho mejor que nosotros, que no tocamos la parte comercial de la obra de Miró". "En todo caso", puntualizó, "a nosotros nos interesa conocer la situación de la obra de Miró, no con la finalidad de proteger el valor de nuestros fondos, que son inalienables, sino con el propósito de salvaguardar y hacer respetar el prestigio de Miró".

La viuda Miró se resigna

La viuda de Joan Miró, Pilar Juncosa, opina que las estafas se han multiplicado excesivamente desde la muerte de Joan Miró aunque, para ella, "estos asaltos no tienen remedio", según informa Basilio Baltasar desde Palma de Mallorca.A Pilar Juncosa le resulta extraña la actitud de los compradores y coleccionistas de arte arriesgados: "Es tan sencillo comprobar y exigir avales, que hacer lo contrario es para mí incomprensible". "Lo más frecuente", añade, "y mi marido ya lo comentaba, es que las falsificaciones reproduzcan motivos de distintas telas para realizar una nueva composición. Hacen verdaderos desastres, aunque mucho me temo que esto durará siempre".

Para el galerista mallorquín Joan Oliver, ligado profesionalmente a la familia Miró y expositor de su obra, las falsificaciones mencionadas "son un fenómeno típicamente americano. El mercado del arte", añade, "es en América el más vulnerable y el más rico. Se permite el lujo de una compra-venta muy ágil y absorbe gran cantidad de obras. Pero ahí está también su debilidad. Ya en 1981 me cansé de ver en Estados Unidos obras falsamente atribuidas a Miró. Sobre todo obra gráfica".

Joan Oliver considera que el mercado español es en este aspecto más seguro y estable. "Las pocas falsificaciones que circulan son localizadas. El temor del cliente facilita la torpe aparición de estos subproductos".

Cada nueva falsificación descubierta provoca en los sectores vinculados al mercado del arte reacciones de indignación contenida. Suele recomendarse entonces, a los coleccionistas o compradores casuales, establecer contactos previos con galeristas cualificados y exigir los oportunos certificados de autenticidad.

El falso Miró de Cela

Aún así, cuando la falsificación es buena -en cuyo caso incluso algunos expertos serían inocentes del error de no descubrirla- se argumenta la necesaria complicidad del comprador. "Por según que precios", opina un pintor mallorquín, "es imposible comprar una buena obra: el que accede a la operación confía secretamente en el beneficio de esa compra de ocasión; o, en el peor de los casos, intuye que la obra es falsa, pensado sin embargo que el beneficio social será el mismo por un precio mucho más barato".Una de las víctimas de este mercado de traficantes astutos fue Camilo José Cela. El escritor había recibido como obsequio un cuadro de Miró. Cuando el pintor -vecino próximo del escritor gallego afincado en Palma- visitó la casa de Camilo José Cela, se sorprendió ante la desfachatez que más le indignaba. Cuando Miró descubrió a Camilo José Cela el error clavado en la pared, el escritor agarró un cuchillo de cocina y abrió el cuadro con varios tajos. Tiempo después, tras zurcirla, Miró pintó de nuevo la tela para Camilo José Cela.

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