La imposibilidad de un acuerdo entre los 'diez' relega los capítulos pendientes con España a la 'cumbre' de Dublín

Las negociaciones de adhesión de España a la CEE han quedado aplazadas hasta después de la cumbre europea de Dublín de la próxima semana. Ayer los ministros de Asuntos Exteriores de los diez se mostraron incapaces de llegar a acuerdos internos -aunque estuvo a punto de conseguirse en materia de desarme arancelario para la industria- que presentar a España. En Dublín, los jefes de Estado y de Gobierno de la CEE intentarán fijar estas posiciones en industria, pesca, agricultura, vino, instituciones y asuntos sociales, indicó ayer el ministro de Exteriores, Fernando Morán.

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Las negociaciones de adhesión de España a la CEE han quedado aplazadas hasta después de la cumbre europea de Dublín de la próxima semana. Ayer los ministros de Asuntos Exteriores de los diez se mostraron incapaces de llegar a acuerdos internos -aunque estuvo a punto de conseguirse en materia de desarme arancelario para la industria- que presentar a España. En Dublín, los jefes de Estado y de Gobierno de la CEE intentarán fijar estas posiciones en industria, pesca, agricultura, vino, instituciones y asuntos sociales, indicó ayer el ministro de Exteriores, Fernando Morán.

El titular de la diplomacia española tiene así la "leve esperanza de que el gran impulso negociador" llegue en la próxima sesión de negociación hispano comunitaria que se celebrará los días 17 y 18 de diciembre. Morán señaló que "no haremos operaciones de saldos para cumplir fechas. Mantenemos una posición firme". La cita de Dublín del lunes y martes de la próxima semana se apunta como crucial. De hecho, el primer ministro irlandés y presidente de esta cumbre, Garrett Fitzgerald, emprendió ayer una gira por diversas capitales europeas -París, Bonn y probablemente Roma- para intentar desbloquear la situación. La cumbre de Dublín tiene que ser la de las grandes decisiones.Después de tres días de maratón -que se ha quedado en una corta carrera-, a lo largo de la jornada de ayer los contactos entre la delegación española y el vicepresidente de la Comisión Europea encargado de las cuestiones industriales, Etienne Davignon, fueron constantes, y Moran elogió su "eficacia". De hecho, España y nueve países de la CEE -todos salvo el Reino Unido, que supedita el acuerdo a otras cuestiones- consolidaron un desarme arancelario para la industria en siete años, con ocho tramos: 10% en el primero, 12,5% en los dos siguientes, 15% en los tres siguientes y 10% en los dos últimos. Ello supone un reducción de los aranceles españoles de un 50% al cabo de los tres primeros años posteriores a la adhesión. Pero el ritmo es más lento al principio que al final, como quería España.

En lo referente a los altos aranceles, el acuerdo consolidado supone reducir la parte que sobrepase el 24% en tres años (cuatro tramos), reduciéndose la otra parte del arancel según el ritmo general. Estos productos, en los que hay incluso algunas excepciones particulares, son fundamentalmente los juguetes, las motocicletas, los refrigeradores y frigoríficos, los papeles pintados y algunos productos químicos.

Para los automóviles, el acuerdo consolidado supone la apertura de contigentes arancelarios de 28.000 vehículos en el primer año, 36.000 el segundo y de 40.000 a 44.000 en el tercero, con una tarifa de 18,3%. El contingente desaparecería al alcanzar al principio del cuarto año el desarme general este arancel. La gestión del contingente sería comunitaria y su distribución por cilindradas "inversamente proporcional a las sensibilidades españolas", según un negociador.

La siderurgia, aparcada

Los británicos consideraron estas cifras insuficientes, y pidieron además añadir en este sistema de contigentes otros vehículos, como las pequeñas furgonetas. "El intento de cerrar estos temas no ha dado frutos, aunque ha habido avances importantes", señalo Morán, "pero es malo y peligroso que se pase el platillo así, pues al final se pueden romper todos los equilibrios".

En cuanto a la siderurgia, las diferencias entre España y la CEE se refieren a los criterios para determinar las cuotas de producción y de exportación españolas tras la adhesión. El tema quedó aparcado, hasta que se aclare a través de contactos técnicos. De ahí que el propio director general de Industrias Siderometalúrgicas y Navales, Eduardo Santos, tomó ayer por la tarde el avión de vuelta a Madrid.

El vino seguía bloqueado, por lo que, con toda probabilidad este apartado pasará a la cumbre de Dublín. París quiere imponer techos de producción por Estados. Roma exige que, de aceptarlo, el reparto se haga por regiones. Y Bonn y Luxemburgo no querían ni oir hablar de limitar la utilización del azúcar para enriquecer los caldos.

Los alemanes plantean además el vino, la pesca y la agricultura como un paquete, por lo que tal vez tampoco se resuelva hasta después de Dublín. En agricultura, la posición comunitaria, poco favorable a España, estaba al alcance de la mano, aunque permanece la reserva alemana. Y, por si fuera poco, Francia logró de los diez, además de controles especiales para las exportaciones de todas las frutas y hortalizas española hacia la CEE, una claúsula por la cual estas exportaciones podrían interrumpirse en 24 horas por razones de grave desorden público. Por ejemplo, manifestaciones o quema de camiones en el sur de Francia.

"La banda de los cinco"

Y en pesca, "la banda de los cinco" -RFA, Irlanda, Reino Unido, Francia y Dinamarca- seguían insistiendo en un largo período transitorio, que podría alargarse de ocho a 13 años, para el acceso español a las aguas de los diez. Italia -tomando a la pesca como rehén del vino- y los países del Benelux -casi resignados a ceder- insistían en una oferta más aceptable para España.

El ambiente a lo largo del día fue de bastante confusión, con los diez saltando de un tema a otro en sesiones superrestringidas, antes de reunirse -cuando sólo quedaban dos ministros por parte comunitaria-, en sesión formal con España. Como ya viene siendo habitual, los portavoces españoles -había tres, uno de Asuntos Exteriores, otro de la Secretaría de Estado para las Relaciones con la CEE y otro de la Misión de España en Bruselas- brillaron por su inutilidad absoluta.

Y por no olvidar los asuntos sociales, los diez tienen sobre la mesa, de forma clara, las demandas españolas, que sólo requieren una solución política: equiparación, al menos, de los actuales emigrantes españoles y de sus familias a los de la CEE, y el rechazo de un período transitorio especial de 10 años para el caso de Luxemburgo. Pero su solución depende de un "paquete final".

Morán desayunó ayer en Bruselas con Jacques Delors, que será el nuevo presidente de la Comision Europea a partir del 5 de enero próximo, a petición de este último. Abordaron cuestiones generales, como la marcha de las negociaciones de adhesión, la composición de la futura Comisión y las perspectivas de cara a la cumbre de Dublín.

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