Arriesgada maniobra de Arafat para consolidar su poder en la OLP

El líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, parece dispuesto a convocar la semana próxima, en Amman (capital de Jordania), el Consejo Nacional Palestino (CNP), auténtico, Parlamento de la resistencia. Esta decisión, que se plantea como una prueba para medir la autoridad de Arafat, consagraría la ruptura en las filas de la OLP y abriría nuevas perspectivas para una negociación de paz en Oriente Próximo.Arafat, cansado de los noes sistemáticos con los que las organizaciones palestinas disidentes o prosirias contestan a sus ofertas de compromiso, ha ini...

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El líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, parece dispuesto a convocar la semana próxima, en Amman (capital de Jordania), el Consejo Nacional Palestino (CNP), auténtico, Parlamento de la resistencia. Esta decisión, que se plantea como una prueba para medir la autoridad de Arafat, consagraría la ruptura en las filas de la OLP y abriría nuevas perspectivas para una negociación de paz en Oriente Próximo.Arafat, cansado de los noes sistemáticos con los que las organizaciones palestinas disidentes o prosirias contestan a sus ofertas de compromiso, ha iniciado una arriesgada operación para desbloquear el funcionamiento de las instituciones palestinas y consolidar su autoridad en la OLP.

Desde que, en mayo del año pasado, estalló la rebelión en el seno de la OLP, el movimiento palestino ha quedado dividido en tres grandes bloques: 1) el grupo mayoritario de Al Fatah, al que se adhieren los partidarios de Arafat; 2) la coalición marxista de la Alianza Democrática, cuyos principales afiliados son el Frente Democrático y el Frente Popular; 3) el reagrupamiento de disidentes y elementos prosirios conocidos bajo el nombre de Alianza Nacionalista.

Deseoso de reunificar las filas palestinas, Abu Amar -nombre de guerra de Arafat- negoció a lo largo de todo este año con la Alianza Democrática y llegó a dos acuerdos sucesivos a principios del verano, en Aden y Argel, que recortaban sus poderes como líder, pero despejaban el camino hacia la convocatoria de ese Parlamento en el exilio que es el CNP.

A pesar de los buenos oficios de las facciones marxistas, los rebeldes, aconsejados por Siria, nunca suscribieron los acuerdos, negándose a asistir al CNP si Arafat no dimitía previamente. Con su rechazo ponían de relieve el fracaso de los intentos de Arafat por reconciliarse con el régimen de Damasco, empeñado en desbancarle de la dirección de la resistencia para así controlarla mejor.

Convocar el Consejo Nacional era entonces, según Abu Jihad brazo derecho de Arafat, "la última oportunidad de salvar las instituciones palestinas" paralizadas por las luchas intestinas hasta el punto de restar credibilidad y eficacia a la diplomacia de la OLP.

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En busca de quórum

Esta convocatoria será, además, una manera de asentar la autoridad de Arafat sobre la resistencia. Para ello tiene que demostrar que cuenta con el quórum necesario de dos tercios de diputados -256 sobre 384- para celebrar una reunión en la que sus seguidores contarán con una holgada mayoría. Este foro no sólo le reelegirá en su cargo de presidente del Comité Ejecutivo de la OLP, sino que podrá incluso otorgarle una mayor libertad de maniobra de cara a posibles negociaciones de paz.

Pero convocar el CNP supone también provocar una ruptura no sólo con los que Arafat califica despectivamente de marionetas sirias, sino con su ala marxista prosoviética que, sumida en un auténtico dilema, acabará probablemente por zanjarlo no asistiendo al congreso. Después de todo, sus bases están en Siria y la reunión se desarrollará en Aminan.

Jordania ha sido el primer país árabe en reanudar, hace dos meses, relaciones con Egipto, tras la ruptura preconizada hace cinco años por la Liga Árabe cuando El Cairo firmó la paz con Israel.

Responsables de la Alianza Democrática se esfuerzan desde ayer en Túnez en convencer a los colaboradores de Arafat de la necesidad de aplazar el CNP y cambiar el lugar escogido para la cita palestina. Pero sus posibilidades de éxito son escasas.

La elección de Amman como sede de la reunión interpalestina se explica, en parte, como un gesto de apoyo diplomático a la monarquía hachemita, con la que Arafat negocia desde febrero, pero se debe, sobre todo, a motivos prácticos tras la negativa de Argel y Aden a acogerla. El rey Hussein ha dado las máximas facilidades para su desarrollo, autorizando el regreso al reino de dirigentes palestinos como Abu Jihad -expulsado desde el septiembre negro de 1970- con la esperanza de recabar, cuando finalice, un velado respaldo de la OLP para adentrarse en una delicada negociación en torno al plan de paz norteamericano para Oriente Próximo.

Consciente del peligro que supondría su marginación de un eventual proceso de paz, Damasco se ha desatado, a través de su Prensa oficial, contra un Consejo Nacional "ilegal, al margen de la legitimidad que da la lucha armada", mientras los disidentes organizan su propio congreso paralelo.

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