Crítica:

'Spleen', una ópera sobre la droga el sexo y el arte

La pieza de Xavier Benguerel se estrena en catalán en el teatro Condal de Barcelona

En el teatro Condal de Barcelona se estrena mañana, dentro del Festival Internacional de Música, una ópera compuesta por Xavier Benguerel con libreto de Lluís Permanyer. Esta pieza lírica en catalán aprovecha la actualidad para plantear un argumento sobre el sexo, la creación artística y la droga. Se trata de una experiencia insólita con escenografía del pintor Tharrats y dirección musical de Joan Ginjoan. Su título, Spleen, tiene reminiscencias de Baudelaire. Todo un programa. La alucinación del drogadicto permite una expansión escénica que, seguramente, habrán aprovechado los responsables de...

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En el teatro Condal de Barcelona se estrena mañana, dentro del Festival Internacional de Música, una ópera compuesta por Xavier Benguerel con libreto de Lluís Permanyer. Esta pieza lírica en catalán aprovecha la actualidad para plantear un argumento sobre el sexo, la creación artística y la droga. Se trata de una experiencia insólita con escenografía del pintor Tharrats y dirección musical de Joan Ginjoan. Su título, Spleen, tiene reminiscencias de Baudelaire. Todo un programa. La alucinación del drogadicto permite una expansión escénica que, seguramente, habrán aprovechado los responsables de la obra

AGUSTÍ FANCELLIXavier Benguerel, barcelonés, 53 años, compositor. Lluís Permanyer, barcelonés, 45 años, escritor y periodista. Ninguno de los dos se había planteado antes la posibilidad de trabajar para el mundo de la escena; ninguno de los dos pensaba que un día colaboraría con el otro en la realización de un proyecto común.

El lunes habrá drama en el teatro Condal: un drama titulado Spleen; idea y libreto de Permanyer; música de Benguerel; decorados y figurines del pintor Tharrats; dirección escénica de Josep María Espada; dirección musical de Joan Ginjoan; coreografía de Guillermina Coll, y producción de la Ópera de Cámara de Cataluña. Un drama (ópera) que habla de pintores acabados, de críticos drogadictos y de mujeres engañadas. Spleen, angustia existencial, melancolía (¿pos?) romántica a lo Baudelaire: un título que es todo un programa. "Spleen", dice Permanyer, "identifica el sentimiento de tristeza y abandono en que se encuentra el pintor protagonista. Benguerel me pidió que tratara un argumento actual y mi objetivo fue que este argumento fuera válido por encima de localizaciones geográficas y de identificaciones de personajes. Una palabra extranjera se ajustaba a estos presupuestos".

Fue el editor alemán de Benguerel quien propuso al compositor que abordara el género operístico. Benguerel no había trabajado nunca en este terreno y la propuesta le sonó casi a reto. Sin embargo, la música vocal no era nueva en su catálogo: atrás quedaban la Cantata d'amic i d'amat (Cantata de amigo y de amado, 1959), sobre textos de Ramon Llull; y Arbor, sobre textos propios y de Ramon Llull, J. R. Jiménez, A. Hitler, B. Mussolini, Lafontaine, M. Luther King, Ernesto Che Guevara, J. W. Goethe, Shakespeare y Dante. Con una ópera había que ser más comedidos, y recurrió a Permanyer.

"No ha habido ruptura en el tratamiento de la voz respecto a mis trabajos anteriores. Si acaso, hablaría de evolución. El tratamiento de las voces es del todo convencional. Pienso que durante los últimos 40 años se han hecho todo tipo de experimentos con la voz -cita los nombres de Ligeti, Berio, Xenakis y K. Barberian- hasta llevarla a un terreno dudoso, excesivamente experimental. Naturalmente me muevo dentro de un campo interválico actual, no convencional, pero no salgo de aquí" dice Benguerel.

No se sintió demasiado perplejo cuando su editor le propuso la composición de una ópera de cámara, ni tampoco víctima comercial del boom operístico de nuestros días. Sencillamente pensó que era un camino nuevo para él, que debía recorrer teniendo presentes los fracasos de otros: "La ópera de cámara ofrece muchas facilidades desde muy diferentes puntos de vista: realización, recursos económicos, ensayos... La gran ópera ya está ocupada por el repertorio tradicional, y desgraciadamente hace poco hemos asistido al fracaso de Messiaen -se refiere a esa opus magna que es San Francisco de Asis-, que desde luego no anima a trabajar por este camino".

Es bastante curiosa la relación que se ha creado entre el libretista y el compositor. Permanyer afirma en varias ocasiones que ha buscado un argumento que diera posibilidades de experimentación: por ello, entre otras cosas, ha introducido dos viajes de LSD en la historia a fin de que compositor, decorador y coreógrafa pudieran moverse a sus anchas dando rienda suelta a la imaginación. Acaba diciendo: "Para mí, el libreto no es algo importante, ni demasiado interesante: lo considero totalmente secundario en una ópera, mero soporte para que vayan pasando cosas en la escena. He puesto el texto al servicio de la música de Benguerel para que ésta, acompañada por la imagen, sea comprendida por un público capaz de identificarse con una situación convencional".

Por su parte, Benguerel no es menos duro: "Emulando a Rameau, diría que me siento capaz de poner música a los anuncios de los diarios. El texto no me preocupa excesivamente si me muevo con libertad: no me importa que se diga lo que se diga o que se haga lo que se haga, con tal de que pueda desarrollar mi propia inventiva musical".

Un libreto jugoso

Con todo, en la obra se dicen cosas, y no pocas por cierto. Traduzcamos (el texto es en catalán) un fragmento del primer diálogo. Alex y Ester se asombran de la edad de Marc, a quien creen más joven:

Marc: "¡Qué decís! ¿Tan bien conservado estoy?".

Ester: "Desde luego".

M: "Por la vida que llevo no será...".

Alex: "¿Acaso bebes?".

M: "Sed no me falta...".

A: "¿Haces mucho el amor?

M: "Digamos que si se me ponen a tiro...".

A: "Pero debes controlar la comida".

M: "Nunca. Y además fumo".

A: "¿Marihuana quizá?".

M: "Me gusta de vez en cuando".

A: "¿Tú crees?".

M: "Anima en algunos casos

A: "Soy de los que creen que el hombre no es monógamo".

M: "La monogamia es absurda...".

A: "...y la Iglesia la impone... M: "...para mantener la estructura social que nos ha tocado vivir".

No es poco para empezar: alcohol, sexualidad, droga, monogamia, Iglesia, estructura social... El malo de la ópera es Marc -como podía fácilmente deducirse por el fragmento citado-, un crítico de arte rebosante de cinismo que acaba de publicar una reseña en la que afirma que Alex está acabado como pintor. Más adelante, Marc será tildado por el personaje positivo -Ester- de gandul.

Quizá haya debajo algún resentimiento personal contra algún crítico. Benguerel responde: "Eso pregúntaselo a Permanyer, yo me limito a poner música". (Al final de la entrevista confiesa que casi nunca lee las críticas de sus obras: él mismo se considera su primer crítico). Permanyer, por su parte, afirma: "No hay nada personal. Hubiera podido ser cualquier otro profesional, con tal de que hubiera conseguido plantear un conflicto como el que se da entre Alex y Marc".

La droga es el tema principal. Marc ofrece a Alex LSD para ayudarle a salir de su crisis creativa. Naturalmente le hunde más, y luego quiere robarle la novia: son los dramas de la droga. Sin embargo, se da una contradicción entre el argumento en sí y lo que opinan compositor y libretista. En la obra, el LSD anula completamente las posibilidades creativas del pintor; en la realidad, en cambio, las situaciones bajo efectos narcóticos ofrecen al músico, al decorador y a la coreógrafa nuevas e ilimitadas posibilidades creativas.

"Sobre la droga", comenta Permanyer, "no hace falta decir demasiadas cosas: es un camino del que mucha gente querría salir y no puede. Es verdad, sin embargo, que las alucinaciones en el entramado argumental han permitido dar paso a unas proyecciones que enriquecen mucho la obra desde el punto de vista plástico". Ambos, sin embargo, insisten en que no hay experiencias personales en este terreno. "Yo ni siquiera fumo, ni bebo..." apostilla Permanyer.

'Tigres de papel'

No hubiera hecho falta la pregunta, ni tampoco las respuestas. El siguiente fragmento, al principio de la escena III, dice bastante por sí mismo:

Alex: "Tengo que haceros una confesión."

Ester: "¿Qué pasa, Alex?"

Alex: "Pues que... acabo de drogarme".

Ester-Mónica: "¿Droga"?. Mónica: "¿Qué has notado?". Ester: "No me gusta, Alex; estoy muy disgustada. ¡Mucho! ( ... ) ¡Alex! ¡Alex! No es la solución. La droga no te permitirá pintar mejor".

Algo hay de la película Tigres de papel, pero en tono más dramático. Ahora habrá que esperar al estreno para saber si se ha colado algo, aunque sólo sea a título de inspiración, de Easy Rider, la cinta que visualizó públicamente y por primera vez el trip, hacia finales de los años sesenta.

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