Reportaje:

'El caballo de Troya de la descripción'

R. C. "Balzac hizo en su tiempo también una novela nueva", dice Claude Simon; "cada época tiene su nouveau roman, y Balzac era un genio que se inventó la descripción. Hasta entonces la narración francesa tradicional era el cuento filosófico, la fábula teñida de didactismo, una literatura que siempre quería demostrar algo. Todas las descripciones eran banales y lo importante era la psicología o el argumento. Entre Balzac, Flaubert y finalmente Proust convierten la descripción en la médula fundamental del relato".

Este descripcionismo exasperado constituye precisament...

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R. C. "Balzac hizo en su tiempo también una novela nueva", dice Claude Simon; "cada época tiene su nouveau roman, y Balzac era un genio que se inventó la descripción. Hasta entonces la narración francesa tradicional era el cuento filosófico, la fábula teñida de didactismo, una literatura que siempre quería demostrar algo. Todas las descripciones eran banales y lo importante era la psicología o el argumento. Entre Balzac, Flaubert y finalmente Proust convierten la descripción en la médula fundamental del relato".

Este descripcionismo exasperado constituye precisamente la clave del arte de Claude Simon, altivo, perfecto, riguroso y de una calidad textual poco común. El escritor se reclama también de otros precedentes ilustres, como Conrad, Faulkner, Joyce y Kafka. Sus novelas son difíciles, pero exigentes, y transparentes para el lector consciente, al que, desde luego, se le pide un considerable esfuerzo de atención. La visualidad de sus imágenes se combina con la organización musical del texto, y todo parece como si el escritor intentara reordenar el espacio, en una especie de combate contra el caos. Las imágenes se precisan, titubean, se recortan unas a otras, se agolpan y se confunden en una extraña sensación de simultaneidad. No hay psicología, sino siluetas, y el escenario en el que se mueven. El fondo y la forma no se distinguen. "¿Que qué quiero decirr?, concluye. "Yo no quiero decir, sino hacer, y es esa intención de hacer la que decanta lo que se dice".

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Es más matemático que literario y tiene miedo de las máquinas y de la tecnología actual: "En manos de un Estado totalitario la tecnología moderna suprime toda libertad al ciudadano, le impide toda posible escapatoria, como las que hasta hoy se han dado en la historia. No tengo grandes verdades que revelar al mundo. He vivido mucho y no sé si la historia tiene un sentido. Tengo una imagen confusa del mundo, que se desprende poco a poco gracias a un trabajo encarnizado. Cualquiera puede conseguir lo que yo he hecho: le bastaría con trabajar con la disciplina y el esfuerzo con que yo lo hago. No estoy especialmente dotado. Yo sólo estoy dotado para trabajar".

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