Cartas al director

La Iglesia en Nicaragua

No tiene razón el Vaticano cuando prohíbe al sacerdote Fernando Cardenal ser ministro. En la España de Franco hubo obispos procuradores en Cortes y consejeros del Reino. Ser ministro de Educación me parece más compatible con la evangelización que la enseñanza de las matemáticas o de la física, tarea a la que se dedican muchos religiosos de la enseñanza. Además, me parece más honesto comprometerse en la política que atizar a los seglares para que la hagan, como ocurre en Polonia, con el beneplácito del Vaticano.Tampoco la tiene cuando protesta por la expulsión de sacerdotes extranjeros por opon...

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No tiene razón el Vaticano cuando prohíbe al sacerdote Fernando Cardenal ser ministro. En la España de Franco hubo obispos procuradores en Cortes y consejeros del Reino. Ser ministro de Educación me parece más compatible con la evangelización que la enseñanza de las matemáticas o de la física, tarea a la que se dedican muchos religiosos de la enseñanza. Además, me parece más honesto comprometerse en la política que atizar a los seglares para que la hagan, como ocurre en Polonia, con el beneplácito del Vaticano.Tampoco la tiene cuando protesta por la expulsión de sacerdotes extranjeros por oponerse al régimen; porque es norma internacional prohibir la actividad política a los extranjeros y más aún en caso de guerra.

Son injustas e inexactas las acusaciones de marxismo que hace el arzobispo Obando, porque no es marxista un régimen que se llama sandinista, que tiene en su Gobierno a tres ministros sacerdotes, otros tres seglares católicos practicantes y 15 más católicos con cargo de viceministros y directores generales. Por otra parte, sólo han nacionalizado las propiedades que apañó la familia Somoza, la mayoría de las cuales se explotan individualmente.

Es una falacia presentar aquella guerra como un enfrentamiento Este-Oeste. La verdad es que se trata de una guerra de independencia como la que ganó Sandino en los años treinta. En estos casos, la oposición patriota se suele unir al Gobierno para expulsar del territorio al enemigo que viene de fuera, como hicieron nuestros demócratas españoles en la guerra de la Independencia.

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Pero allí se da otra batalla entre la Iglesia reaccionaria y la progresista, que ha creado su propia teología, la teología de la liberación, y que cuenta con centenares de millares de mártires, a cuya cabeza hay que poner al arzobispo Romero. Es un movimiento profético que sustenta el honor y la credibilidad de la Iglesia, justamente con los guerrilleros nicas, salvadoreños, guatemaltecos, etcétera, que también cargan sobre sus espaldas con el honor de Latinoamérica (incluido Brasil, naturalmente). Por todo ello, la postura del Vaticano es incomprensible.-

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