Cartas al director

Bellvitge, el buen gigante

La residencia Ciudad Sanitaria Príncipes de España, en Bellvitge, es un gigante enorme. Inevitablemente, está en continuo conflicto entre el espíritu que lo anima y sus inadecuadas dimensiones. Su espíritu lo constituyen centenares de personas de todos los niveles profesionales. Personas que, en su mayoría, realizan su trabajo no sólo con eficacia y dedicación, sino que además procuran compensar con su calidad humana los dolorosos e irritantes roces entre los pacientes y la estructura que los acoge.Muchas vidas se deben a la existencia de Bellvitge y de entidades similares. Somos muchos los qu...

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La residencia Ciudad Sanitaria Príncipes de España, en Bellvitge, es un gigante enorme. Inevitablemente, está en continuo conflicto entre el espíritu que lo anima y sus inadecuadas dimensiones. Su espíritu lo constituyen centenares de personas de todos los niveles profesionales. Personas que, en su mayoría, realizan su trabajo no sólo con eficacia y dedicación, sino que además procuran compensar con su calidad humana los dolorosos e irritantes roces entre los pacientes y la estructura que los acoge.Muchas vidas se deben a la existencia de Bellvitge y de entidades similares. Somos muchos los que tenemos claro que, de haber residido en otros lugares donde no existiese este servicio y el equipo que lo gestiona, ya estaríamos muertos, sea por ausencia de especialistas médicos, sea por insuficientes medios de atención o sea por no disponer de los recursos económicos. para afrontar los gastos derivados de un tratamiento. Y éste es el punto de reflexión al que quería llegar, que no es otro que, simplemente, destacar la importancia de este patrimonio público que es la Seguridad Social, así como el inestimable valor de su creciente grado de cualificación. Imperfecto, mejorable, quizá necesitado de urgentes reformas administrativas, estructurales, técnicas e investigadoras, pero ya realidad imprescindible y benéfica.

La Seguridad Social es resultado de la solidaridad, aunque ésta sea una obligada solidaridad. Millones de conciudadanos ven cómo cerca de la tercera parte de su masa salarial es destinada a cuestiones de asistencia médica y social. En este acto de solidaridad, que quizá, exige otros métodos de recaudación y asignación, existen elementos que fallan. Así, en demasiadas ocasiones el empresario no abona su parte de cuota, a pesar de que, como coste salarial, lo haya escandallado al valorar sus productos y cobrado al realizar la venta, Para ellos la retención de este dinero supone un,indirecto y económico crédito, pero para nosotros constituye un grave perjuicio, un perjuicio para todos los asalariados y sus familiares.

Que la Seguridad Social no pueda disponer de recursos financieros previstos conlleva la paralización de los planes de mejoras asistenciales y de ampliación de la red sanitaria, bloquean el desarrollo de programas de prevención de enfermedades o la incorporación al Seguro de especialidades ahora no contempladas, etcétera. No se tiene en cuenta, en esta insolidaridad, que el coste de una retención -o de un fraude- puede ser una vida.-

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