Islandia, el único país de la OTAN sin Ejército / 2

La presencia militar norteamericana, motivo de fricción política

ENVIADO ESPECIALEn 1940, y tras la invasión alemana de la neutral Dinamarca, Islandia, país sin Fuerzas Armadas, quedó aislada del mundo exterior y, por primera vez desde 1918, con cóntrol absoluto de sus asuntos exteriores. Poco tiempo tuvieron los islandeses para reaccionar, ya que inmediatamente, y una semana antes de la invasión nazi de Noruega, los británicos ocuparon la isla con el fin de impedir que los alemanes hicieran lo propio.

El primer ministro islandés, Steingrimur Hermannsson, cuyo padre era jefe del Gobierno de Reikiavik durante la ocupación británica, manifiesta: "M...

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ENVIADO ESPECIALEn 1940, y tras la invasión alemana de la neutral Dinamarca, Islandia, país sin Fuerzas Armadas, quedó aislada del mundo exterior y, por primera vez desde 1918, con cóntrol absoluto de sus asuntos exteriores. Poco tiempo tuvieron los islandeses para reaccionar, ya que inmediatamente, y una semana antes de la invasión nazi de Noruega, los británicos ocuparon la isla con el fin de impedir que los alemanes hicieran lo propio.

El primer ministro islandés, Steingrimur Hermannsson, cuyo padre era jefe del Gobierno de Reikiavik durante la ocupación británica, manifiesta: "Mi padre manifestó en aquella época que las autoriades británicas le aseguraron que tenían información fidedigna según la cual Hitler se proponía invadir Islandia al mismo tiempo que Noruega. Nosotros sabemos muy poco más de lo que nos dijeron los ingleses". La tesis, aunque la quema de los archivos de la Luftwaffe al final, de la guerra hace imposible la comprobación, resulta bastartte verosímil si se considera la situación estratégica de la isla. Una Islandia en manos nazis hubiera prolongado la batalla del Atlántico Norte y hubiera hecho imposibles los suministros aliados a la Unión Soviética.

"En todo caso" ' añade Hermannsson, "el 90% de nuestra población se sintió aliviada por el hecho de que la ocupación no fuera alemana". En 1941 la presión alemana sobre el Reino Unido se hace insoporiable. Winston Churchill se entrevista con Franklin D. Roosevelt y le pide que sustituya la fuerza británica en Islandia por otra norteamericana. Estados Unidos no ha entrado en guerra todavía. Washington negocia un tratado con Reikiavik y el Gobierno islandés, con la aprobación del Althing, accede a que los norteamerica nos reemplacen a los británicos. Prefieren la protección de un país que aún es neutral.

El embajador estadounidense en Islandia, Marshall Brement, antiguo consejero político de su Embajada en Madrid, explica: "Como no estábamos en guerra, de acuerdo con la legislación del Congreso, no pudimos enviar personal de reemplazo; sólo voluntarios. Por eso, enviamos a los marines hasta un número de 25.000. Islandia fue el único escenario europeo donde sirvieron los marines".

Momento difícil

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Islandia proclamó la República en 1944 al no renovar el tratado de unión con Dinamarca a los 25 años de su promulgación. Fue un momento difícil para los aliados, que no deseaban dificultades al final de la guerra con el Gobierno de Copenhague. Pero el hecho consumado se impuso y Washington, Londres, Moscú y la Francia libre reconocieron la nueva República.

Miembro fandador de las Naciones Unidas, Islandia se integró en la Alianza Atlántica desde su establecimiento en 1949. Dos años después firmó un acuerdo de defensa con Estados Unidos, vigente desde entonces, en virtud del cual los norteamericanos se convirtieron en la fuerza de defensa de Islandia (Iceland Defence Force), a cambio de la base aero-naval de Keflavik, situada a 52 kilómetros de la capital. La situación es único entre los Países miembros de la OTAN. Pero los islandeses consideran que es mucho más barato y, sobre todo, más eficaz que les proteja un tercero, dentro de la estructura de la Alianza Atlántica, que crear ellos sus propias fuerzas armadas, ya que, dada su población, serían, en todo caso, mínimas. Una decisión polémica y una de las cuestiones de fricción Política continua.

Islandia cuenta en la actualidad con una presidenta, Vigdis Finnbogadóttir, profesora de lengua y literatura francesa, divorciada, de 54 años, que es la mejor relaciones públicas del país. Sus viajes al extranjero -Estados Unidos, Francia, República Federal de Alemania y Portugal- han constituido un éxito espectacular y han servido para proyectar en ellos una imagen favorable de Islandia, antes inexistente. En la actualidad hay una invitación del rey Juan Carlos a la presidenta islandesa para visitar España, que el propio Monarca recordó al embajador islandés durante su reciente viaje oficial a la Unión Soviética. Aunque la fecha no ha sido fijada, es muy probable que se realice en el curso de 1985.

Vigdis Finnbogadóttir fue elegida por un período de cuatro años el 30 de junio de 1980. De su popularidad en Islandia cabe resaltar que será proclamada presidenta por el Althing por otro período de cuatro años, el próximo 31 de julio, al no haberse presentado ningún otro cándidato a la elección.

El jefe de Estado en Islandia, que, como en el caso británico, ostenta la jefatura de la Iglesia nacional (luterana), carece de todo poder ejecutivo. El país está gobernado por una coalición de centro-derecha a la nórdica, formada a raíz de las elecciones generales de abril de 1983, que arrojaron los siguientes resultados: Partido de la Independencia (conservador), 38,7% de los votos y 23 diputados de un total de 60; Partido del Progreso (granjeros), 19% y 14 diputados; Alianza del Pueblo (socialistas de izquierda), 17,3% y 10 diputados; Socialdemócratas, 11,7% y 6 diputados; Alianza Socialdemócrata (escisión de los anteriores), 7,3% y 4 diputados, y un original Partido de las Mujeres, que se presentó por primera vez a las elecciones y que consiguió el 5,5% de los votos y 3 diputados.

La portavoz de este último grupo en el Althing, Gudrún Agnarsdóttir, una entusiasta propagandista y doctora en medicina, explica que su partido tiene dos objetivos básicos: "Conseguir que las mujeres luchen por sus propios derechos y que su influencia se deje sentir en la configuración de la sociedad, tanto a nivel nacional como internacional". Para la doctora Agnarsdóttir, el hecho de que Islandia cuente con una presidenta no es ilustrativo, "porque no tiene ningún poder".

Longevidad femenina

Sin embargo, hay una cosa que no puede negar. Las expectativas de vida de las mujeres islandesas son las más altas del mundo: exactamente 80,5 años, frente a 73,6 los hombres. "Tratamos tan bien a nuestras mujeres, que nunca se mueren, comenta irónicamente Ingimundur Sigfusson, cónsul honorario de España y representante en Reikiavik de las más importantes marcas alemanas y japonesas de automóviles.

Como escribió recientemente Magnus Magnusson, autor escocés, hijo de islandeses, Islandia y los islandeses están llenos de contrastes y de paradojas, como los glaciares y los volcanes de su interior. "Son amables y corteses, pero se apuñalan en política. Adoran a los ponies que pastan en sus prados, pero no dudan en comérselos. Son campesinos, pero se comportan como principes. Son cosmopolitas con raíces provincianas. Conjugan un fiero patriotismo con un pacifismo beligerante. No tienen fuerzas armadas y no han dudado en iniciar (y ganar) tres guerras del bacalao. Son republicanos ardientes, pero se mueren por la realeza".

Elevado nivel cultural

Lo primero que sorprende al visitante de Islandia es el alto nivel de educación de su pueblo.En Islandia se publica al año una media de 700 títulos, varios de ellos con tiradas de 5.000 ejemplares, para una población que, de acuerdo con el censo de diciembre de 1983, no pasa de los 238.000 habitantes. La última traducción El Qujote al islandés registró una venta de 4.000 ejemplares, y las obras completas de Halldor Kaxness, el autor islandés que obtuvo el Nobel de Literatura en 1955, han alcanzado una tirada de 50.000 ejemplares, lo que significa que uno de cada cinco islandeses tiene en su casa una colección.

El analfabetismo es inexistente en Islandia desde hace muchos años. Según Gylfi Gislasson, ex ministro de Cultura, el hecho de que todos los islandeses supieran leer a través de la lectura casera de las sagas facilitó enormemente la transformación de Islandia a principios de siglo. "Nuestra situación económica era pésima", dice el profesor Gislasson. "La diferencia con los países del Tercer Mundo es que nuestro pueblo sabía leer y se supo adaptar inmediatamente al manejo de los pesqueros modernos y a la manipulación de las máquinas".

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