El precio de una obsesión

La lucha contra el tráfico de drogas y el desenmascaramiento de sus responsables constituían la máxima obsesión del asesinado ministro de justicia colombiano, Rodrigo Lara Bonilla.Desde su llegada al cargo hace menos de un año, Bonilla desató una violenta persecución contra las mafias de narcotraficantes. Hizo públicos los nombres de decenas de personas involucradas en el proceso y venta de drogas. En 1983 denunció a un grupo de dirigentes del fútbol profesional comprometidos con estas mafias.

Sus declaraciones públicas y sus constantes retos a las bandas nacionales e inte...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La lucha contra el tráfico de drogas y el desenmascaramiento de sus responsables constituían la máxima obsesión del asesinado ministro de justicia colombiano, Rodrigo Lara Bonilla.Desde su llegada al cargo hace menos de un año, Bonilla desató una violenta persecución contra las mafias de narcotraficantes. Hizo públicos los nombres de decenas de personas involucradas en el proceso y venta de drogas. En 1983 denunció a un grupo de dirigentes del fútbol profesional comprometidos con estas mafias.

Sus declaraciones públicas y sus constantes retos a las bandas nacionales e internacionales dedicadas al tráfico de drogas le convencieron del riesgo que corría. "Soy consciente", dijo unas semanas antes de morir, "de lo que me va a ocurrir. Aquí o en cualquier sitio del mundo mi vida corre peligro, pero ello no me amedrenta y seguiré luchando por la moralización del país".

Más información

Lara había dicho también que su vida estuvo en peligro en varias ocasiones y que las autoridades habían conocido varios planes para asesinarle, además del fallido intento por parte del norteamericano Harold Rosenthal.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En