La 'Pasión según san Mateo', en el monasterio barroco de los Jerónimos
ENVIADO ESPECIALEl Viernes Santo fue día grande para la historia musical de Murcia: se interpretó por primera vez la Pasión según san Mateo, de Bach, por el coro y orquesta de la Universidad de Manchester, las voces blancas de la Coral Universitaria de Murcia y un grupo de solistas británicos, todos bajo la dirección de Keith Elcómbe.
Si existe gran distancia ambiental y estilística entre la iglesia de Santo Tomás, de Leipzig, y el monasterio barroco de los Jerónimos, no es menos cierto que la Pasión encontró aquí un adecuado espacio arquitectónico, sonoro y emocional. No ...
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ENVIADO ESPECIALEl Viernes Santo fue día grande para la historia musical de Murcia: se interpretó por primera vez la Pasión según san Mateo, de Bach, por el coro y orquesta de la Universidad de Manchester, las voces blancas de la Coral Universitaria de Murcia y un grupo de solistas británicos, todos bajo la dirección de Keith Elcómbe.
Si existe gran distancia ambiental y estilística entre la iglesia de Santo Tomás, de Leipzig, y el monasterio barroco de los Jerónimos, no es menos cierto que la Pasión encontró aquí un adecuado espacio arquitectónico, sonoro y emocional. No en vano la monumental y resumidora creación de Bach constituye un mensaje de validez y perdurabilidad universales; en su dramatismo hay más escultura, más imaginería, que arquitectura.
Solistas de la excelencia del barítono André Greenann (Cristo), el tenor Gordon Fullin (Evangelista), la mezzosoprano Margaret Maguire o la soprano Janice Coulter, consiguieron claridad de ejecución e intensidad expresiva. Si tenemos en cuenta que se trataba de artistas jóvenes, certeramente llevados por el maestro Elcombe, hemos de convenir en la magnificencia de una versión muy superior a tantas de conjuntos profesionales de muchas campanillas y alto precio.
La Pasión cobró en los Jerónimos murcianos otras dimensiones. Nunca pudo pensar Bach su obra envuelta en luces de una brillantez casi agresiva, capaz de iluminar imágenes y hasta sonidos. Diría incluso que el director se dejó ganar por el medio y dio con acentos inéditos para una partitura enriquecedora de la cultura colectiva y de la vida individual, Después del coro final, y tras una pausa de silencio, el público rompió en una ovación que, por una vez, puede calificarse de estentórea.