Tito Gobbi, una voz para Verdi

El tenor italiano Tito Gobbi, que falleció el pasado lunes en Roma, a los 68 años (véase EL PAIS de ayer), era más que un cantante un profundo hombre de ópera. Llevan los venecianos en la sangre la sustancia de lo teatral, que los hace idóneos para imaginar la representación, primero; para realizarla, después; para vivirla, siempre. Gobbi, que tantas veces pasearía ante la estatua de Goldoni en la Ciudad de los Canales, inició a los 22 años su gran carrera, tras lograr los premios internacionales de La Scala y Viena.Los primeros triunfos, en Guermont (La traviata), marcaron quizá a Gobb...

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El tenor italiano Tito Gobbi, que falleció el pasado lunes en Roma, a los 68 años (véase EL PAIS de ayer), era más que un cantante un profundo hombre de ópera. Llevan los venecianos en la sangre la sustancia de lo teatral, que los hace idóneos para imaginar la representación, primero; para realizarla, después; para vivirla, siempre. Gobbi, que tantas veces pasearía ante la estatua de Goldoni en la Ciudad de los Canales, inició a los 22 años su gran carrera, tras lograr los premios internacionales de La Scala y Viena.Los primeros triunfos, en Guermont (La traviata), marcaron quizá a Gobbi como futuro e incontestable intérprete de Verdi. No fue sólo una voz verdiana espléndida y singular, sino en igual medida un dramaturgo verdiano. En su última madurez Tito Gobbi asumió el papel de director escénico en realizaciones como El barbero de Sevilla o Falstaff, en las que convergían tradición y modernidad.

Una de sus grandes creaciones fue precisamente la de¡ genial figurón shakespeariano, así como la de su hermano menor, Gianni Schicchi, de Puccini. El gozo de la representación se encarnaba en el de una cantabilidad en la que nota a nota se hacía presente el valor del texto, la signíficación de la palabra, el ámbito vital de la escena. Pero había en el artista desaparecido otras vertientes que enriquecían su personalidad: la del don Juan de Mozart, la del Bautista de Strauss, la del Scarpia de Puccini o la de Wozzeck de Berg.

Cantó y grabé junto a los mejores y fue dirigido por los mejores. Cuando en una versión se unían Maria Callas y Tito Gobbi la ópera recobraba su sustancialidad drámatica; dejaba de ser un concierto con trajes para convertirse en acontecimiento teatral, más protagonizado por el ser y el hacer de los personajes que por la habilidad de la escenografia o la luminotecnia.

En Don Carlos, en Nabucco, en Aida, en Simón Bocanegra, en Macbeth, Tito Gobbi escribió día a día el gran tratado para la interpretación de la ópera verdiana, o lo que es lo mismo, de la ópera es sus más altas formulaciones.

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