Crítica:

Primeras caras famosas y sesiones abarrotadas en el festival de Berlín

La proyección del filme español Héctor en la pequeña sala dedicada al cine mediterráneo y la animada conferencia de prensa con su director, Carlos Pérez Ferré, fue la sorpresa de ayer en Berlín, donde las salas están abarrotadas de público y se ven ya las primeras caras famosas. Por otra parte, el director y coreógrafo norteamericano Bob Fosse, autor de Cabaret y All that jazz, ha presentado fuera de concurso su último filme, Star 80.

La afluencia de público a todas las sesiones del Festival de Cine de Berlín, siempre abarrotadas, es una dificultad más al elegir las películas que se exh...

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La proyección del filme español Héctor en la pequeña sala dedicada al cine mediterráneo y la animada conferencia de prensa con su director, Carlos Pérez Ferré, fue la sorpresa de ayer en Berlín, donde las salas están abarrotadas de público y se ven ya las primeras caras famosas. Por otra parte, el director y coreógrafo norteamericano Bob Fosse, autor de Cabaret y All that jazz, ha presentado fuera de concurso su último filme, Star 80.

La afluencia de público a todas las sesiones del Festival de Cine de Berlín, siempre abarrotadas, es una dificultad más al elegir las películas que se exhiben fuera de la programación oficial. Sólo en éstas tienen los periodistas asegurada su localidad. Ello obligó, por ejemplo, a que varios españoles tuvieran que delegar sus entradas para asistir a la proyección de Héctor, del joven alicantino Carlos Pérez Ferré, en favor de representantes de la Prensa extranjera. La pequeña sala dedicada al cine mediterráneo quedó prácticamente llena de público al concluir la proyección, y en una animada conferencia de prensa, que el productor del filme mantuvo en alemán, quedó claramente expresada la sorpresa de los espectadores por la mala fortuna comercial que Héctor ha tenido en España.

Héctor, que sitúa su acción en los años cuarenta, narra las misteriosas desgracias que sufre un pastor (interpretado por Ovidi Montllor) cuando se niega a desprenderse de su mínima propiedad en favor de un comprador de la capital. Realizada con sobriedad, sin trucos fáciles y con un notable dominio de la expresión cinematográfica, tiene el encanto de las películas espontáneas.

La afluencia de público no quedó mermada en ninguna proyección, a pesar de la tardía hora en que concluyó la noche anterior la fiesta oficial del festival, única que se celebra durante las casi dos semanas de certamen. En ella, la práctica totalidad de los delegados alternaba con algunas de las figuras famosas que ya aparecen con frecuencia por el mundillo de Berlín. Ciertos grupos de periodistas levantaban su copa al paso de Liv Ulmann, la presidenta del jurado.

No se brindaba, en cambio, con Jack Nicholson, quizá porque él no bebía o porque tras sus grandes gafas negras, impropias a esa hora de la noche, no viera gran cosa; además, se guarecía en un aparte charlando largo rato con quien se le hubiera acercado tras hacer una discreta cola, Bruno Ganz, con su eterna barba de un día, se refugiaba también las miradas curiosas, contrastando así con Jules Dassin, más locuaz e inadvertido.

El homenaje que el festival le ha organizado aprovechando su presencia en el jurado, y que comparte con su esposa, la actriz Melina Mercouri, es protagonizado por ella hasta el punto de que mañana, día en que se exhibirá la película griega de la competición, la señora Mercouri, ministra de Cultura de su país, ha organizado una rueda de prensa para responder a las preguntas se le hagan sobre cine griego.

Bob Fosse, que ha presentado fuera de concurso su Star 80, charloteaba también en la misma fiesta, más sin duda de lo que tuvo oportunidad de hacer al día siguiente tras la proyección de su filme. A muchos decepcionó, y no porque Star 80 no corresponda a su peculiar modo de narrar, sino por la superficialidad con que finalmente ha tratado la auténtica historia de la actriz Dorothy Stratten, cuya breve carrera en el cine fue truncada por la muerte, víctima de los celos de su descubridor, el impetuoso Paul Sneider, que no pudo tolerar los amores de la actriz con el realizador Peter Bogdanovich. Fosse, con un ritmo de montaje similar al utilizado en All that jazz, entrecruza pasado y presente, descubriendo el trágico final de su protagonista.

El nombre de Bogdanovich queda camuflado, lo que a Fosse le parece necesario por mínima discreción, aunque en sus declaraciones públicas no continúe tal reserva: "No me interesa tanto la anécdota real", dice, "como el caso patológico de ese hombre que confía en ser conocido, en su propio triunfo, y no puede tolerar verse marginado".

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