Láser, rayos de partículas y armas antisatélites

No se puede poner en duda la fascinación del presidente Reagan por los sistemas antimisiles en general y los sistemas espaciales defensivos y ofensivos en particular. Su famoso discurso de "la guerra de las galaxias", pronunciado a finales de marzo de 1983, tuvo como resultado inmediato una polémica, que todavía perdura y que abarca desde la moralidad o inmoralidad de una escalada bélica en el cosmos hasta las posibilidades técnicas que presenta este nuevo escenario. Como si hubieran estado esperando una indicación política semejante, los militares pusieron sobre la mesa todas las posibilidade...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

No se puede poner en duda la fascinación del presidente Reagan por los sistemas antimisiles en general y los sistemas espaciales defensivos y ofensivos en particular. Su famoso discurso de "la guerra de las galaxias", pronunciado a finales de marzo de 1983, tuvo como resultado inmediato una polémica, que todavía perdura y que abarca desde la moralidad o inmoralidad de una escalada bélica en el cosmos hasta las posibilidades técnicas que presenta este nuevo escenario. Como si hubieran estado esperando una indicación política semejante, los militares pusieron sobre la mesa todas las posibilidades técnicas, mientras los científicos señalaban que la mayoría tiene unas enormes dificultades tecnológicas.En principio, los sistemas militares espaciales antimisiles se basan en dos instrumentos, el láser y los cañones de partículas. Lo que los hace tan atractivos para los militares es el hecho de que son armas cuyas balas viajan a mucha mayor velocidad que el proyectil más rápido.

Más información

En el caso del láser, su velocidad es la de la luz, 300.000 kilómetros por segundo. En el caso de los haces de partículas cargadas, como los electrones, que tienen masa, se podrían utilizar mecanismos similares a los de los aceleradores de partículas para conseguir también una velocidad cercana a la de la luz.

Sin embargo, estos sistemas presentan también grandes problemas. El más importante es el hecho de que para que un láser, que es esencialmente un rayo de luz coherente (una sola longitud de onda), tenga capacidad destructiva, debe alcanzar de lleno al blanco y seguirlo durante unos segundos en su trayectoria.

En la actualidad un rayo láser es muy difícil de apuntar con precisión y el hecho de que su trayectoria no sea absolutamente recta puede producir una pérdida de energía suficiente para convertirlo en ineficaz.

El láser de rayos X

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Un segundo problema es el tamaño de los láseres de alta energía, que por ahora hace imposible pensar en trasladarlos al espacio. La única solución sería dotarlos de pequeñas centrales atómicas. En todo caso, el láser con mayores posibilidades estratégicas parece ser el de rayos X, cuya investigación se encuentra rodeada de gran secreto. El utilizado hasta ahora es de tipo químico.

También se ha pensado que las estaciones de láser estuvieran en la superficie terrestre, y que un espejo en órbita dirigiera el rayo.

Otra posibilidad militar, experimentada en Estados Unidos por primera vez hace muy pocos días, son las armas antisatélites. El sistema escogido es un pequeño cohete que es lanzado desde un avión F- 15 a 30 kilómetros de altura. A una gran velocidad -12 kilómetros por segundo- alcanza unos 2.000 kilómetros de altura. En la fase final, la cabeza alcanza por sí sola el blanco guiada por sensores de infrarrojos.

Archivado En