Tribuna:

Electricista, cómico, galán

La historia de Francisco Rabal es como la de cualquier otro niño pobre de la posguerra que trató de abrirse camino dentro del enjambre. Practicó todo tipo de trabajos después de haberse trasladado con su familia a Madrid. Se colocó en cualquier puesto para cubrir las mínimas necesidades de todos los suyos. Cuando, con este criterio, se empleó como electricista en unos estudios cinematográficos, se le abrió un campo nuevo, que entonces no se permitió considerar como definitivo.Sin embargo, al poco tiempo, se convirtió en el galán de moda, interpretando las películas más famosas de los directore...

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La historia de Francisco Rabal es como la de cualquier otro niño pobre de la posguerra que trató de abrirse camino dentro del enjambre. Practicó todo tipo de trabajos después de haberse trasladado con su familia a Madrid. Se colocó en cualquier puesto para cubrir las mínimas necesidades de todos los suyos. Cuando, con este criterio, se empleó como electricista en unos estudios cinematográficos, se le abrió un campo nuevo, que entonces no se permitió considerar como definitivo.Sin embargo, al poco tiempo, se convirtió en el galán de moda, interpretando las películas más famosas de los directores del momento, aun cuando fuera en papeles secundarios: La rueda de la vida (1942), de Eusebio Fernández Ardavín; Reina santa (1947), de Rafael Gil; Luna de sangre (1950), de Francisco Rovira Beleta; La honradez de la cerradura (1950), de Luis Escobar, y tres películas de Rafael Gil: La guerra de Dios (1953), El beso de Judas (1954) y Murió hace 15 años (1954), y Todo es posible en Granada (1954), de José Luis Sáenz de Heredia, estas últimas ya con carácter absolutamente protagonista.

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Fue entonces cuando Francisco Rabal llamó la atención de directores foráneos, que, contra lo que podía imaginarse en España, valoraron su espléndido trabajo profesional en películas como Historias de la radio (1955), de Sáenz de Heredia, y Amanecer en Puerta Oscura (1957), de José María Forqué. Fueron, entre otros, Gillo Pontecorvo, que le contrató para Prisionero del mar, y Luis Buñuel, que desde México le llamó para que fuera protagonista de Nazarín, una de las obras más importantes de este director y que muy pronto será exhibida en el ciclo que le dedica Televisión Española.

Desde entonces, Francisco Rabal fue reclamado por buena parte de los directores que en plenos años sesenta intentaban variar las coordenadas de un cine tradicional en función, sobre todo, de las premisas que había estipulado la nueva ola francesa. De una forma u otra, todos los directores influidos por la renovación francesa decidieron contar con Francisco Rabal para su reparto. Fue el caso, por ejemplo, del argentino Leopoldo Torre-NiIsson para La mano en la trampa, que compitió con Viridiana, de Buñuel -también interpretada por Rabal-, en el festival de Cannes de 1961. Fue también el caso de Michelangelo Antonioni, que le convocó para El eclipse, una de sus películas más importantes. Más tarde serían Carlos Saura (Llanto por un bandido), Jacques Rivette (La religiosa), Luis Buñuel (Belle de jour), Miguel Picazo (Oscuros sueños de agosto), Glauber Rocha (Cabezas cortadas), Pedro Olea (Tormento), Francisco Regueiro (Las bodas de Blanca), Jaime Camino (Las largas vacaciones del 36), William Friedkin (Carga maldita) y Vigas Luna (Renacer)....

Voluntad de hacer cine

Ha repartido por el mundo su voluntad de hacer cine, de forma que el jurado del Premio Nacional de Cinernatografía han valorado sustancialmente "su contribución artística en algunas de las mejores películas de nuestro cine y su generosidad profesional, demostrada a lo largo de su vida".

Por mayoría, los integrantes de dicho jurado (Carlos Saura, director, recientemente seleccionado con el Globo de Oro norteamericano por su película Carmen; Mario Camus, director de La colmena, cuya Última obra, Los santos inocentes, aún no ha sido exhibida; Pablo G. del Amo, montador cinematográfico, galardonado el pasado año con este mismo Premio Nacional de Cinematografía; el autor de teatro y guionista de cine Fermín Cabal, y los críticos César Santos Fontenla, Antonio Kirschner y este crítico) decidieron destacar la labor histórica de Paco Rabal aprovechando su relación con la película Truhanes, de Miguel Hermoso, en la que también interviene con enorme brillantez, pero que no consideraron definitiva para otorgarle el premio.

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