La disparidad de intereses hace incompatibles las propuestas sobre Centroamérica de Kissinger y el 'grupo de Contadora'

El grupo de Contadora se creó hace un año para lograr la paz en Centroamérica. La comisión Kissinger fue ideada por Reagan para diseñar una estrategia de largo aliento que permita a Estados Unidos defender mejor sus intereses en esta región. A partir de estos objetivos divergentes, es lógico que sus conclusiones -oficiales las del grupo de Contadora y extraoficiales aún, hasta esta tarde, las de la comisión Kissinger- sólo puedan coincidir accidentalmente.

Toda la estrategia del grupo de Contadora se basa en el supuesto de que la paz sólo será posible si las dos superpotencia...

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El grupo de Contadora se creó hace un año para lograr la paz en Centroamérica. La comisión Kissinger fue ideada por Reagan para diseñar una estrategia de largo aliento que permita a Estados Unidos defender mejor sus intereses en esta región. A partir de estos objetivos divergentes, es lógico que sus conclusiones -oficiales las del grupo de Contadora y extraoficiales aún, hasta esta tarde, las de la comisión Kissinger- sólo puedan coincidir accidentalmente.

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Toda la estrategia del grupo de Contadora se basa en el supuesto de que la paz sólo será posible si las dos superpotencias dejan de utilizar a Centroamérica como escenario periférico de confrontación. El conflicto tiene, a su juicio, causas fundamentalmente internas (reparto insultante de la riqueza, monopolio del poder político en manos de militares y oligarquías feudales), que pueden resolverse mediante reformas audaces y una democratización efectiva. Kissinger y sus 12 hombres nunca se han planteado el abandono norteamericano de esta región que, según las ocasiones, recibe el nombre de patio trasero, jardín o cuarta frontera.En cualquier caso, Centroamérica es para Washington zona prioritaria de seguridad, y su objetivo capital es cerrar el camino a la penetración soviética, aunque el costo sea la guerra. Mientras el grupo de Contadora propone el desarme regional, la reducción de los asesores militares extranjeros y la desactivación de las fuerzas guerrilleras para dar paso a procesos de reconciliación interna y democracias auténticamente representativas, la comisión Kissinger hace hincapié en el reforzamiento de la presencia militar estadounidense, por medio de ayudas directas a los Gobiernos amigos y el financiamiento de las guerrillas antisandinistas.

Cartas marcadas

Unos y otros coinciden teóricamente en su apoyo al sistema democrático, pero Washington juega con cartas marcadas. En el universo Reagan, las elecciones se entienden como un camino seguro para que el voto arroje del poder a los sandinistas, un precio mucho más barato que la intervención directa.

No hay, sin embargo, reparo alguno para la democracia hondureña, cada día más tutelada por el general Álvarez, ni para los regímenes sangrientos de Guatemala y El Salvador. La autodeterminación y la no injerencia en los asuntos de otros Estados forman parte de la filosofía política del grupo de Contadora. Para la comisión Kissinger, son simples enunciados sometidos a la causa superior de la seguridad de Estados Unidos.

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Ambos grupos coinciden en que, a largo plazo, sólo el desarrollo económico evitará la inestabilidad perpetua de Centroamérica. La comisión Kissinger propone, en consecuencia, un plan de ayuda que podría involucrar hasta 8.000 millones de dólares en cinco años, destinados prioritariamente al sector privado. Para nada se habla de reformas estructurales.

Washington experimentó en El Salvador tin programa reformista para restar armas políticas a la izquierda, pero el tiempo reveló que se trataba de un plan contra natura.

La derecha, que no estaba dispuesta a renunciar a sus privilegios aunque le presionara su único aliado estratégico, convirtió en papel mojado la ley de reforma agraria. El maná de dólares que propone la comisión Kissinger puede agudizar aún más las contradicciones sociales centroamericanas.

Nada hay de nuevo en las propuestas del ex secretario de Estado, que repite la estrategia fracasada de la Alianza para el Progreso. El imperio del norte se revela incapaz de entender a sus vecinos hispanos.

La esperanza se Barna hoy Contadora, porque es la única visión cercana al problema. Kissinger, investido de procónsul, ha venido a repetir una lección ya desechada por la historia. No obstante, sería rozar la utopía el considerar que EE UU llegue a aceptar los postulados del grupo de Contadora si considera que se oponen a sus propios intereses vitales en la región.

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