El cantante termina en el Bernabéu su gira española

Solamente una vez

Con un strep tease que culminó con la exhibición de una camiseta del Real Madrid, Julio Iglesias dio por finalizada una de esas noches irrepetibles, que, por serlo, él mismo se permitió prolongar hasta el delirio. Dos horas y pico de canciones pusieron al público en pie en varias ocasiones. La primera, cuando Julio Iglesias interpretó un Canto a Galicia; la segunda, cuando cantó Hey, y a partir de aquí la cosa no hizo sino subir de tono.Julio empezó mal, muy mal, estaba tenso, muy distinto al cantante que inició la gira hace mes y medio en Palma de Mallorca. Esta noche, es...

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Con un strep tease que culminó con la exhibición de una camiseta del Real Madrid, Julio Iglesias dio por finalizada una de esas noches irrepetibles, que, por serlo, él mismo se permitió prolongar hasta el delirio. Dos horas y pico de canciones pusieron al público en pie en varias ocasiones. La primera, cuando Julio Iglesias interpretó un Canto a Galicia; la segunda, cuando cantó Hey, y a partir de aquí la cosa no hizo sino subir de tono.Julio empezó mal, muy mal, estaba tenso, muy distinto al cantante que inició la gira hace mes y medio en Palma de Mallorca. Esta noche, este Madrid, este público significaban el punto sin retorno. El Bernabéu estaba lleno a rebosar, incluso en aquellas zonas inhabilitadas por falta de visión. Julio se había encerrado a las cinco de la tarde en el estadio, hecho un manojo de nervios. Y eso se notó hasta la mitad del concierto. A partir del momento en que el cantante hizo una pausa para que los espectadores menos favorecidos pudieran bajar al césped y reabrió el espectáculo, precisamente con Hey, todo empezó a cambiar poquito a poco.

MARUJA TORRES, Madrid

G.-D., Londres

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El pupurrí latinoamericano, el Beguin de beguin, incluso La vida sigue igual, que raramente canta, no acababan de calentarlo. Pero lentamente se fue poniendo a tono, empezó a tocarse los flancos como es habitual en él cuan do canta de amor -o sea, siempre-, y se puso íntimo en bastantes ocasiones, lo que no deja de tener mérito si se considera la amplitud del recinto. Empezó pues, ya confiado, a utilizar los trucos de su oficio. Sin embargo, aún estaba lejos de llegar al clímax, intencionado quizá por la idea de que solamente una vez, esta vez, tenía al público de Madrid tan rendido a sus pies. Era como si hubiera iniciado una carrera, hace mes y medio, sólo para llegar aquí, y una vez en el escenario se hubiese dado cuenta de la enorme importancia del asunto. Creo que se quedó atónito cuando vio a tanto persona boquiabierto y mechero en mano.

Lo mejor de la noche, sin embargo, estuvo resumido en los 20 minutos finales. Ahí fue Julio Iglesias a tope. Mandaba él, y el público le obedecía como un corderillo. Insinuaba él, y las mujeres que seguían su actuación -muchas mujeres, de todas las edades- le respondían como si de una pareja se tratara. Entonces empezaron los bises. Había terminado el concierto, como suele hacerlo, con su versión de Candilejas. A la hora de las propinas cantó Abrázame, Me olvidé de vivir y, en una apoteosis orquestal, el tema de Lo que el viento se llevó, cuya letra dedicó especialmente al público: "Después de ustedes sé que no habrá ni más te quieros ni más lealtad".

Volvió a cantar lo de Galicia, con diapositiva de bandera al fondo, y entonces se permitió interpretar un tema que Bing Crosby le cantó a Grace Kelly en la película Alta sociedad: Love forever to you. Y a continuación, como colofón, el strep tease con A love Paris como fondo.

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