La solidaridad con Méndez Conde
El crítico taurino Enrique Méndez Conde se encuentra en observación médica, internado en la Ciudad Sanitaria Provincial, como consecuencia de la agresión de que le hizo objeto Sánchez Puerto.Nuestra actitud ante este incidente, del que informábamos el pasado jueves, es de inequívoca solidaridad con el compañero, y así se lo hicimos constar, con reiterado y sincero ofrecimiento de apoyo. Nos guiaba, naturalmente, el espíritu de compañerismo, pero también la indignación por un suceso no nuevo en periodismo -muy concretamente en el taurino- donde la libertad de expresión (como parecía ser el caso...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
El crítico taurino Enrique Méndez Conde se encuentra en observación médica, internado en la Ciudad Sanitaria Provincial, como consecuencia de la agresión de que le hizo objeto Sánchez Puerto.Nuestra actitud ante este incidente, del que informábamos el pasado jueves, es de inequívoca solidaridad con el compañero, y así se lo hicimos constar, con reiterado y sincero ofrecimiento de apoyo. Nos guiaba, naturalmente, el espíritu de compañerismo, pero también la indignación por un suceso no nuevo en periodismo -muy concretamente en el taurino- donde la libertad de expresión (como parecía ser el caso) demasiadas veces se refuta con la violencia; y no siempre es la violencia física la que causa peor daño.
JOAQUÍN VIDAL, Madrid
L. TIZÓN, J. M. DÍAZ y M. J. MARCOS
Lo que de ninguna manera se puede aceptar, sin embargo, es que por solidaridad haya que transgredir una norma básica del periodismo, según la cual en los casos conflictivos es necesario escuchar siempre a las dos partes en litigio. Por eso no compartimos el criterio de Méndez Conde, publicado el pasado viernes en Abc, según el cuál, de ocurrirle lo mismo al crítico de EL PAIS, él no hubiese publicado las explicaciones de Sánchez Puerto.
Ni el compañerismo justifica la arbitrariedad y la manipulación, en las que habríamos incurrido de negarle al torero la misma oportunidad que tuvo el crítico para exponer sus razones. Lo cual ni presupone juicio de valor sobre las mismas ni contradice nuestra repulsa de la agresión.