Crítica:CINE / 'ANDROIDE'

Mucho más que humano

Auspiciados por el éxito de excepcionales filmes de ficción científica, surgen otros, menores, que aprovechan ciertos elementos recordatorios, vagas referencias que les permitan apuntarse la posibilidad de una secuela. Con escaso presupuesto y aún más limitada fantasía, muchas de estas películas secundarias nacen destinadas a la televisión, pero pasean antes por salas comerciales, en la esperanza de seducir a buen número de espectadores. Su vida comercial suele ser breve, salvo que en locales de reestreno cubran la ausencia de títulos mejores.Androide es un filme ingenuo, escaso, que de...

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Auspiciados por el éxito de excepcionales filmes de ficción científica, surgen otros, menores, que aprovechan ciertos elementos recordatorios, vagas referencias que les permitan apuntarse la posibilidad de una secuela. Con escaso presupuesto y aún más limitada fantasía, muchas de estas películas secundarias nacen destinadas a la televisión, pero pasean antes por salas comerciales, en la esperanza de seducir a buen número de espectadores. Su vida comercial suele ser breve, salvo que en locales de reestreno cubran la ausencia de títulos mejores.Androide es un filme ingenuo, escaso, que desarrolla su simple historieta al borde de una nave espacial hacia la mitad del próximo siglo. Su comandante es un científico que se ha rodeado de androides perfectos que él sueña aún en mejorar. Tan perfectos le quedan que Max 404 (muy bien interpretado por un actor que oculta su nombre) se enamora de la delincuente que aborda la nave acompañada de dos peligrosos compañeros. Max vivirá su romance hasta que sea sustituido por una androide nueva, bella, que el científico prefiere.

Androide

Director: Aaron Lostadi. Guión: James Reigle y Tom Opper. Música: Don Preston. Intérpretes: Klaus Kinski. Norbert Weisser, Kenra Kirchner, Crofton Hardester y Max 404. Norteamericana. 1983. Aventuras. Locales de estreno: Rex, Carlton y Europa.

Es simplemente ilustrativo el trabajo del director, más hábil para camuflar la ausencia de medios que para inventar una acción suficiente. Klaus Kinski, a quien hasta hace poco veíamos frecuentemente en el ciclo televisivo dedicado a Werner Herzog, aprovecha su curiosa fisonomía para reducir a ella el trabajo de interpretación, por otra parte más breve de lo que hace pensar su situación en el reparto. Es, en cualquier caso, el personaje de Max quien aporta lo mejor del filme.

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