Crítica:TEATRO: 'LA SEÑORA PRESIDENTA'

Sabor local

Martín y Martina son gemelos y enemigos; Martín se disfraza a veces de Martina, y Martina, de Martín, con lo que se producen unos cuantos enredos, unos cuantos equívocos. Antes se decía que era una obra de buena carpintería, escrita para el lucimiento de un actor. No se ve la manera de decir hoy otra cosa. El actor es Gómez Bur, con su viejo oficio y su popularidad... Arteche ha dado a esta obra francesa el sabor local: se habla de Béjar y se proclama el catastrofismo político que tanto inquieta a los empresarios. Como de pasada.

Hay unos pocos versos del género que antes se llamaba fes...

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Martín y Martina son gemelos y enemigos; Martín se disfraza a veces de Martina, y Martina, de Martín, con lo que se producen unos cuantos enredos, unos cuantos equívocos. Antes se decía que era una obra de buena carpintería, escrita para el lucimiento de un actor. No se ve la manera de decir hoy otra cosa. El actor es Gómez Bur, con su viejo oficio y su popularidad... Arteche ha dado a esta obra francesa el sabor local: se habla de Béjar y se proclama el catastrofismo político que tanto inquieta a los empresarios. Como de pasada.

Género festivo

'La señora presidenta', de Bricaire y Lasaygues

Versión de Juan José Arteche. Intérpretes: Africa Pratt, Jesús Enguita, Adriana Ozores, Manolo Gómez Bur, María Saavedra, Emiliano Redondo. Escenografia de Emilio Burgos. Dirección de Angel F. Mopitesinos. Estreno: teatro Infanta Isabel, 9-9-1982.

Hay unos pocos versos del género que antes se llamaba festivo -y hoy tampoco hay otra manera de llamarlo- de Alfonso Ussía, tan hábil siempre y tan divertido con la rima. Y una compañía que también, como siempre, dice la obra con claridad y con el tono suficientemente plano como para que la gracia se quede siempre donde está el primer actor, pero para que el público no se desoriente en el enredo. Incluso hay una reiteración de frases y relatos, producto quizá de la desconfianza en la clarividencia del público. Montesinos ha dirigido esta obra como no parece que haya otra manera de tratarlas -a no ser no estrenándolas-, y Burgos la ha decorado con su antigua solvencia. En la tarde del sábado, el teatro tenía muy buena entrada, el público produjo sus risas, entregó sus aplausos y salió a la calle compartiendo su regocijo.

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