Nuevas exigencias israelíes y norteamericanas ponen en peligro la negociación para evitar la batalla final en la capital libanesa

ENVIADO ESPECIALEl desarme de la izquierda musulmana libanesa, aliada de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), exigido ahora por Israel y Estados Unidos en la negociación para evitar una batalla por el control de Beirut entre el Ejército israelí y fuerzas palestinas, compromete las conversaciones al tiempo que hace resurgir el espectro de la guerra civil en Líbano, según los analistas de la situación en Oriente Próximo.

La recogida de las armas del Movimiento Nacional, coalición de partidos progresistas dirigida por el druso musulmán Walid Jumblatt, colocaría a la i...

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ENVIADO ESPECIALEl desarme de la izquierda musulmana libanesa, aliada de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), exigido ahora por Israel y Estados Unidos en la negociación para evitar una batalla por el control de Beirut entre el Ejército israelí y fuerzas palestinas, compromete las conversaciones al tiempo que hace resurgir el espectro de la guerra civil en Líbano, según los analistas de la situación en Oriente Próximo.

La recogida de las armas del Movimiento Nacional, coalición de partidos progresistas dirigida por el druso musulmán Walid Jumblatt, colocaría a la izquierda. islámica libanesa en situación de inferioridad frente a la derecha cristiana, aliada de Israel y cuya milicia no sería desarmada.

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Por este motivo, tanto Walid Jumblatt como Nabih Berri, líder de los musulmanes chiitas, y el primer ministro libanés, Chafic Wazan (musulmán), han rechazado la nueva exigencia israelí comunicada al Gobierno de Líbano por el emisario norteamericano para Oriente Próximo, Philip Habib. Según ellos, se trata de "un plan tendente a instaurar una hegemonía israelí y falangista". Habib propuso a cambio un desarme de los dos sectores de Beirut, el occidental (musulmán y progresista) y el oriental (cristiano y derechista).

Israel no parece, sin embargo, interesado en desarmar a las milicias chiitas-musulmanas libanesas, reagrupadas en el movimiento Amal, implantadas sobre todo en el sur del país, que, a pesar de haber resistido a la invasión hebrea, se muestran ahora dispuestas a cooperar con el ocupante, según testimonios recibidos en la capital libanesa.

Antes de que el Gobierno de Tel Aviv formulase esta nueva exigencia, la aparente flexibilización de la postura israelí, que acepta la salida de los fedayin de Beirut con algunas armas pesadas y el mantenimiento por unos meses de una presencia militar palestina en el norte de Líbano, incitaba a pronosticar un rápido desenlace de la negociación.

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La evacuación de Beirut por los combatientes palestinos supondrá un duro golpe, Aunque puedan conservar sus armas, para los 5.000 milicianos; de la izquierda libanesa, que tendrán que hacer frente solos a los 4.000 hombres -pero con capacidad de movilizar hasta 15.000- de las milicias falangistas, acaudilladas por Bechir Gemayel, asesoradas por una decena de consejeros militares norteamericanos en los meses de febrero y marzo de este año, según reveló a EL PAIS una fuente de absoluta solvencia.

Israel tiene, por su parte, una larga tradición de cooperación con las fuerzas falangistas, a las que regaló en los tres últimos años 36 carros de combate norteamericanos Supersherman -cuyos repuestos tuvieron que ser, sin embargo, comprados a buen precio a la industria armamentista israelí- y una docena de carros soviéticos T-55, recuperados del arsenal palestino por el Ejército hebreo en 1978. Además, una docena de instructores militares hebreos reside permanentemente en el sector cristiano.

Seguros de su superioridad militar, y aprovechando el vacío de poder local que origina la ocupación israelí, las milicias falangistas, que hasta la invasión de Israel sólo controlaban la cuarta parte de Líbano, intentan ahora instalarse en todo el país, aún arriesgándose a provocar graves incidentes con la población.

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