Alfonso Sastre: "Engolfarse en el lenguaje me parece aburrido"

Su nueva novela, 'El lugar del crimen', contiene elementos fantásticos y reales

El escritor Alfonso Sastre firmó, el pasado fin de semana, en la Feria del Libro de Madrid, ejemplares de su nueva novela, El lugar del crimen, publicada por Argos Vergara, "una reflexión sobre el espacio y el tiempo en que suceden los crímenes", de la segunda edición de su ensayo Flores rojas para Miguel Servet y del colectivo Terrorismo y sociedad democrática (Akal). La novela participa de la literatura fantástica y de terror, junto a elementos del mundo real y cotidiano. "Empleo un lenguaje con doble función, visible e invisible al mismo tiempo. Engolfarse en el lenguaje me parece aburrido"...

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El escritor Alfonso Sastre firmó, el pasado fin de semana, en la Feria del Libro de Madrid, ejemplares de su nueva novela, El lugar del crimen, publicada por Argos Vergara, "una reflexión sobre el espacio y el tiempo en que suceden los crímenes", de la segunda edición de su ensayo Flores rojas para Miguel Servet y del colectivo Terrorismo y sociedad democrática (Akal). La novela participa de la literatura fantástica y de terror, junto a elementos del mundo real y cotidiano. "Empleo un lenguaje con doble función, visible e invisible al mismo tiempo. Engolfarse en el lenguaje me parece aburrido", afirma el autor, que ayer participó en Segovia en un seminario sobre la figura de Miguel Servet, tratada en una biografía y en teatro.

Alfonso Sastre (Madrid, 1926) ha escrito una novela, El lugar del crimen, donde prolonga su compromiso político y el tema del terror y misterio como expresión personal, tratado en la obra teatral El cuervo (1958) y en las narraciones Las noches lúgubres (1964). "Cuando se estrena El cuervo, una, obra insólita de terror y misterio", dice Sastre, "estaba muy comprometido en hacer una literatura política y de combate frente al capitalismo y el fascismo., en línea con el realismo socialista, pero al mismo tiempo notaba un déficit en mi expresión de mis propios fantasmas y el terror ante la naturaleza. Mi propia intimidad quedaba fuera y no adoptaba una línea tan estrecha. El ingreso en el Partido Comunista, en 1963, me dio impresión de libertad, al quitarme el complejo de mala conciencia de ser una persona suelta, sin organización, y podía hacer lo que quisiera con la literatura y mis terrores".Con las narraciones de Las noches lúgubres Sastre se reafirmó en la literatura fantástica, "la única que exige un método realista, según los teóricos". "Para que se produzca el efecto fantástico" añade Sastre, "tiene que darse el efecto del conocimiento de la realidad. Cuando en Madrid me trasladé al barrio de Las Ventas me quedé fascinado con el mundo de la realidad y su componen te fantástico. Todos los personajes de las narraciones eran reconocibles en ese barrio; era literatura de la vecindad". La novela El lugar del crimen surge como una continuación de Las noches lúgubres.

"El lugar del crimen es una reflexión sobre los lugares donde ocurren los crímenes, el porqué hay lugares determinados y cómo desaparece la mancha del crimen. La novela está dividida en tres partes, sobre crímenes que ocurren o no en California, Madrid y Barcelona y el País Vasco. En la primera, la policía no encuentra el sitio; en la segunda, el lugar es extraño, y en la tercera, hay muchas cosas de nuestra vida cotidiana junto a un ingrediente fantástico a partir de leyendas vascas. En la narración utilizo un lenguaje visible e invisible al mismo tiempo. La novela policiaca es una gran escuela. La profundidad es un problema de estilo, de forma".

"Estoy expulsado del teatro"

Alfonso Sastre, autor de treinta obras teatrales, predicador de una escena autónoma frente al colonialismo anglosajón y francés, ha preferido la narración ante las dificultades de estrenar sus obras. "En realidad, estoy expulsado del teatro. Después de la muerte de Franco no han cambiado las cosas para que pueda trabajar, tanto en el teatro convencional como en el independiente". Tras el estreno de Ahola no es de leit y con mayor dedicación a la narrativa, no piensa abandonar el teatro. Tiene pensado dedicar un mes a una versión basada en La serrana de la Vera, de Vélez de Guevara, trasladada a nuestro tiempo junto con tradiciones y leyendas vascas."No tengo nada que ver con el teatro español ni la pasión que tenía antes, pero sí por el teatro en sí; sigo postulando un teatro realista, pero de vanguardia y autóctono. En los años sesenta había un crecimiento de la expresividad teatral, las líneas posibles de un teatro futuro. Ahora veo una atomización, como si fuera imposible descubrir tendencias, cada uno arrojado a su propia individualidad".

Su reflexión general sobre la cultura actual está unida a su residencia en Fuenterrabía en los últimos años. "Converge con la idea política que tenemos en el País Vasco, al no producirse la ruptura democrática. Desapareció el motor antifascista y no hay ilusión por una sociedad nueva. Sólo veo cosas fragmentadas, con una tendencia a la mercantilización cultural".

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