Festival de inválidos en Aranjuez

Tienen razón los detractores de la fiesta. El espectáculo taurino es un buen montaje para torturar a un animalito indefenso. La corrida de ayer de Aranjuez fue eso: una cámara de tortura para seis toros que apenas se tenían en pie. Contra ellos salieron unos señores de luces, con la ventaja de la destreza frente a la invalidez y si no se marcharon llenos de trofeos es porque fallaron con la espada, porque el público, que se comportó de modo absurdo toda la tarde, tenía muchas ganas de exhibir los pañuelos.Si ésto sigue así, va haber que ir pensando en el "apaga y vámonos". O buscar los respons...

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Tienen razón los detractores de la fiesta. El espectáculo taurino es un buen montaje para torturar a un animalito indefenso. La corrida de ayer de Aranjuez fue eso: una cámara de tortura para seis toros que apenas se tenían en pie. Contra ellos salieron unos señores de luces, con la ventaja de la destreza frente a la invalidez y si no se marcharon llenos de trofeos es porque fallaron con la espada, porque el público, que se comportó de modo absurdo toda la tarde, tenía muchas ganas de exhibir los pañuelos.Si ésto sigue así, va haber que ir pensando en el "apaga y vámonos". O buscar los responsables, aunque se escondan, como hizo ayer Manolo Lozano, empresario de la plaza.

Lozano no se hizo visible en el callejón durante la casi media hora en que estuvo el primer sobrero en el ruedo. El callejón era un ir y venir de carreras de subalternos, pues parece ser que no había más toros en la plaza.

Plaza de Aranjuez

30 de mayo.Toros de Pilar Población, desiguales de presencia, inválidos y de sospechosos pitones. El segundo fue devuelto al corral. Niño de Aranjuez: aplausos. Oreja protestada. Pepe Luís Vargas: vuelta protestada. Aplausos. Yiyo: silencio. Aplausos.

No sabemos si el empresario había ido a buscar otro toro, o había ido a meterse debajo de algo para eludir la bronca. Allí estuvimos perdiendo el tiempo, hasta que salió el segundo sobrero, con el hierro invisible y tan inválido como los demás.

La corrida fue un festival pueblerino, en el que sobraron los picadores.

Los matadores han abusado de su superioridad sobre los endebles enemigos. Sólo Pepe Luis Vargas se vio en apuros con el quinto, único que sacó fuerza, y lo más destacado corrió a cargo del Niño de Aranjuez, que logró algún muletazo largo y templado.

Lo demás es mejor arrojarlo al pozo del olvido. El presidente mostró falta de autoridad. El público se dedicó a llamarle la atención del sobrero agitando jerseis y chaquetas y el bicho estuvo a punto de saltar al callejón dos veces, pero ningún agente de la autoridad intervino para evitar aquel desatino. Además, en el primer toro dejó pasar el tiempo reglamentario sin enviar el aviso al Niño de Aranjuez.

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