Cartas al director

Policía y eusquera

En esta España de nuestros días no es fácil salir del asombro. Ahora resulta que a cuatro miembros de la Policía Nacional no se les permite aprender vascuence. Y uno empieza por preguntarse: ¿Para qué aprender una lengua que no habla nadie? ¿No deberían estar agradecidos de que alguien se apuntara a tan ardua como inútil tarea? Pues ya se ve que no es así, y, en lugar de agradecimiento, es la discriminación y el echarles como a apestados lo que se practica. Por lo que no puedo menos que seguir preguntándome cuál fue el pecado de estos cuatro policías. Quizá se equivocaron de dialecto y los...

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En esta España de nuestros días no es fácil salir del asombro. Ahora resulta que a cuatro miembros de la Policía Nacional no se les permite aprender vascuence. Y uno empieza por preguntarse: ¿Para qué aprender una lengua que no habla nadie? ¿No deberían estar agradecidos de que alguien se apuntara a tan ardua como inútil tarea? Pues ya se ve que no es así, y, en lugar de agradecimiento, es la discriminación y el echarles como a apestados lo que se practica. Por lo que no puedo menos que seguir preguntándome cuál fue el pecado de estos cuatro policías. Quizá se equivocaron de dialecto y los partidarios de los restantes en que se fracciona esta lengua se unieron para evitar la promoción oficial y de número (¡cuatro hablantes más!) de uno de ellos. O quizá todo ha sido que ante la presencia de forasteros no se sienten tan felices como dicen del primitivismo y anaeronía de su lengua. Hay que comprenderles. / .

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