Crítica:CINE

Sexo en Olot

El vicario de Olot no es ninguna comedia enloquecida de aquellas que cada día pueden verse más o menos influidas por un moderno estilo de humor. Se trata, por el contrario, de un viejo sainetón anticlerical ya viejo hace lustros. El humor, que en España, hasta hace relativamente poco tiempo, y dejando a un lado a Berlanga, Summers y algún que otro de sus discípulos, se limitaba a fotografiar a Alfredo Landa en ropas interiores, ha seguido nuevos caminos, tras la desaparición de la censura, bastante más corrosivos.Tan difícil género ha ajustado su punto de mira sobre todo tipo de institu...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El vicario de Olot no es ninguna comedia enloquecida de aquellas que cada día pueden verse más o menos influidas por un moderno estilo de humor. Se trata, por el contrario, de un viejo sainetón anticlerical ya viejo hace lustros. El humor, que en España, hasta hace relativamente poco tiempo, y dejando a un lado a Berlanga, Summers y algún que otro de sus discípulos, se limitaba a fotografiar a Alfredo Landa en ropas interiores, ha seguido nuevos caminos, tras la desaparición de la censura, bastante más corrosivos.Tan difícil género ha ajustado su punto de mira sobre todo tipo de instituciones, metiendo en el mismo saco Iglesia y familia, sexo y amor, tratando de analizarlo todo con humor de grueso trazo capaz de llegar a las generaciones más jóvenes.

El vicario de Olot

Escritapor Emili Teixidor. Dirección: Ventura Pons. Intérpretes: Enric Majó, Joan Monleón, Rosa María Sardá, Mary San tpere, María A urelia Capmany, Marina Rosell, Nuria Feliú, Fernando Guillén. Humor, 1981. Locales de estreno:Lope de Vega y Juan de Austria.

Este tipo de cine, en el que se mezclan los habituales exabruptos, vengan a cuento no, parece gozar de buena salud en nuestro litoral. Sus historias más representativas, de El virgo de la Vicenteta a Salut i forza al canut, son buena muestra de ello. Reducido a límites, por lo general regionales, este vicario cuya historia se nos cuerta corre sus aventuras entre congresos, monjas, tópicas beatas y las inevitables prostitutas.

El guión prácticamente no existe, se reduce a escenas teatrales y alguna situación más o menos divertida. La dirección de actores se limita a retratarlos casi siempre inmóviles, como salidos de una función de Televisión Española.

La técnica es muy pobre; no se sabe si debido a la escasez de medios o a falta de imaginación; tanto es así, que si lo que se pretende con esta clase de negocios es al acar a la silla de San Pedro, Wojtyla puede quedar tranquilo. Aún le quedan muchos años de reinado a èl y a sus sucesores.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En