Crítica:MUSICA CLASICA

El nacionalismo judío de Ernest Bloch

Con un programa a la vez interesante y atractivo, la Orquesta de Cámara Española que dirige su concertino, Víctor Martín, cerró su temporada del teatro Real. Tras hacernos escuchar la instrumentación de Catorce piezas infantiles, de Bartok, realizada por Horvath Mihaly, con gran fidelidad y riqueza de color, la mediterránea Canconeta, de Joaquín Rodrigo, fue exactamente cantada por Martín sobre la poética atmósfera del conjunto de arcos.Pilar Westermeier, la excelente violinista de la Orquesta Nacional, lució calidades de primer orden en una de las páginas más bellas de Hindemit...

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Con un programa a la vez interesante y atractivo, la Orquesta de Cámara Española que dirige su concertino, Víctor Martín, cerró su temporada del teatro Real. Tras hacernos escuchar la instrumentación de Catorce piezas infantiles, de Bartok, realizada por Horvath Mihaly, con gran fidelidad y riqueza de color, la mediterránea Canconeta, de Joaquín Rodrigo, fue exactamente cantada por Martín sobre la poética atmósfera del conjunto de arcos.Pilar Westermeier, la excelente violinista de la Orquesta Nacional, lució calidades de primer orden en una de las páginas más bellas de Hindemith: la Trauermusik (música triste), escrita en memoria de Jorge V, de Inglaterra. El romántico reprimido que era Hindemith, se expresa aquí con abierta emoción sirviéndose de los formidables recursos de su técnica, pero movido, en todo momento, por un pensamiento de orden afectivo que se intensifica a lo largo de la página desde el lento inicial hasta el coral conclusivo.

Orquesta Cámara Española

Director-concertino: V Martín.Solistas: P. Westermeier y F. Corostola. Obras de Bartok, Rodrigo, Hindemith y Bloch. Teatro Real. 7 de abril.

En fin, con la magnífica colaboración del pianista Francisco Corostola tuvimos una vigorosa y rica traducción del Concerto grosso nº 1, de Ernest Bloch, que cultiva aquí la estética nacionalista (con directas alusiones populares) dentro del esquema y la voluntad de orden propia del neoclasicismo. Aparece. entonces Bloch como un valioso nacionalista judío, capaz de subsumir las corrientes centroeuropeas de toda una época (la obra es de 1925), teñidas de un reconocible sentir mediterráneo, particularmente en las «danzas rústicas» de temática tan similar a la provenzal que alimentó, a su vez, parte del folklore catalán, vasco o galaico.

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