Crítica:

Simon Rattle y Rosa Sabater, con la Philarmonia

Impresiona repasar la historia de la orquesta Philarmonia desde que se presentara en Londres con Thomas Beecham, en 1945. Impresiona también su calidad y, no menos, el pensar que en la capital británica operan con regularidad cinco o seis orquestas a las que se puede medir con el rasero a similar altura.También sonadmirables los criterios de actuación de esta orquesta Philarmonia, viajera por su país y por el exterior, pródiga en conciertos y en grabaciones discográficas,orgullosa de someterse a batutas cargadas de historia -Strauss, Furtwängler, Toscanini y, sobre todo, la extraordinaria y di...

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Impresiona repasar la historia de la orquesta Philarmonia desde que se presentara en Londres con Thomas Beecham, en 1945. Impresiona también su calidad y, no menos, el pensar que en la capital británica operan con regularidad cinco o seis orquestas a las que se puede medir con el rasero a similar altura.También sonadmirables los criterios de actuación de esta orquesta Philarmonia, viajera por su país y por el exterior, pródiga en conciertos y en grabaciones discográficas,orgullosa de someterse a batutas cargadas de historia -Strauss, Furtwängler, Toscanini y, sobre todo, la extraordinaria y dilatada última etapa del maestro Klemperer- y, a la vez, valiente al reclamar para su podio a jóvenes valores de la dirección: el que Muti sucediera a Klemperer en la titularidad resulta la prueba más contundente, En su paso por España, la Philarmonia Orchestra ha aplicado también esta amplitud de criterios, y si en Barcelona ha sido dirigida por el veterano Von Matacic, en Madrid la hemos admirado con un jovencísimo maestro: Simon Rattle.

Sinfonietta (Janácek), Concierto en sol (Ravel) y Variaciones Enigma (Elgar)

Rosa Sabater, piano. Orquesta Philarmonia de Londres.Director: Simón Rattle. Teatro Real 3, 4 y 5 de abril de 1981.

Rattle, iniciado en la dirección con Boulez, posee una técnica y una maneras muy de hoy. Su gesto es comunicativo y brillante, y posee ese punto de relajación que es propio de quienes, como él, han unido a méritos personales la suerte envidiable de hacer su carrera ligado desde el principio a orquestas de gran calidad y presumibles cotas de profesionalidad y disciplina artística. No siempre se atiene al señala miento riguroso del compás, si no que dibuja procesos y subraya detalles; a veces da la impresión de que estos subrayados se dirigen tanto a los músicos cuanto al público, como reclamando atención.

Entre la excelente Sinfonietta, de Janácek, y ese estandarte del sinfonismo inglés que son las Variaciones Enigma, de Elgar, el concierto que comentamos nos brindó la oportunidad de aplaudir con calor a uno de nuestros más destacados solistas, la catalana Rosa Sabater, que ofreció una interpretación pulcra en la letra y exquisita de espíritu musical del Concierto en sol, para piano y orquesta, de Ravel.

Se aplaudió con fuerza inusual en las sesiones de los viernes hasta forzar el obsequio de una página del Pélleas, de Fauré.

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