La Filmoteca ofrece un ciclo sobre la guerra civil española

El drama de la guerra civil española es protagonista en Madrid de una gran exposición, abierta en el Palacio de Cristal, del parque del Retiro, que ha batido récords de asistencia y ha producido a su alrededor ciclos de carácter histórico y otros acontecimientos culturales relacionados con el recuerdo de la contienda. Una de las más interesantes iniciativas surgidas en torno a esta exposición ha sido el ciclo sobre cine de la guerra civil organizado por la Filmoteca Nacional. Este ciclo, que comenzó hace unas semanas y que continuará hasta fecha aún no determinada, ha demostrado que, como decí...

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El drama de la guerra civil española es protagonista en Madrid de una gran exposición, abierta en el Palacio de Cristal, del parque del Retiro, que ha batido récords de asistencia y ha producido a su alrededor ciclos de carácter histórico y otros acontecimientos culturales relacionados con el recuerdo de la contienda. Una de las más interesantes iniciativas surgidas en torno a esta exposición ha sido el ciclo sobre cine de la guerra civil organizado por la Filmoteca Nacional. Este ciclo, que comenzó hace unas semanas y que continuará hasta fecha aún no determinada, ha demostrado que, como decía Luis G. Berlanga, presidente de la Filmoteca, nuestra guerra ha sido «la más cinematográfica de todas».

Como «la guerra más cinematográfica de todas» define Luis G. Berlanga el conflicto bélico español de 1936-1939. El mismo quiso demostrarlo en varias ocasiones escribiendo guiones que se situaban en ese período. Pero nunca llegó a realizarlos. En los años en que Berlanga proponía su realización, la censura española no toleraba más visión sobre aquella guerra que la que ofrecían los directores adictos al régimen, películas que publicitan la ideología de los vencedores y mitificaban su sentido en términos de cruzada. Alfredo Mayo, uno de los actores más habituales en el género, justificaba esta decisión diciendo que «después de cada guerra, cada país ha hecho su apología. Los rusos, con El acorazado Potemkin; los americanos, con sus películas sobre lwo Jima. Era lógico, pues, que nosotros también las hiciéramos. Pero no fueron tantas como se ha dicho».Sobre una producción media de cincuenta películas anuales, el cine español ofreció 45 títulos dedicados a la guerra civil, en las dos décadas siguientes a la victoria de Franco. Sin embargo, son muchos los historiadores que consideran que las llamadas películas históricas incidían también en el tema aunque no se refirieran a los años 1936-1939. Ideológicamente, al menos, títulos como Agustina de Aragón, La leona de Castilla, La nao capitana, Reina Santa, El capitán de Loyola, Alba de América, Inés de Castro o La princesa de los Ursinos, por poner sólo unos ejemplos, explicaban cómo la historia queda marcada por la actitud individual de un hombre (o mujer) elegido casi de forma divina: un ser en el que se daban cita el privilegio racial de ser español y su mística fe religiosa, según la versión que en aquellos años daba de ella la Iglesia católica.

Las películas españolas sobre la guerra civil, en aquellos años, fueron, bien directamente publicitarias -como Raza, de Sáenz de Heredia, sobre la novela homónima escrita por Franco con el pseudónimo de Jaime de Andrade-, bien historias de amor que encubrían esa propaganda: Porque te vi llorar, de Juan de Orduña, por ejemplo, donde un miliciano viola a una exquisita señorita de la alta sociedad que se ve así obligada a tener un hijo no deseado, o Boda en el infierno, de Antonio Román, donde una disidente soviética aprovecha que un barco español atraca en Odessa, para casarse con un marinero y poder refugiarse as en España, a pesar de que sea allí donde los rusos están haciendo proselitismo.

Fueron necesarios bastante años para que ese cine sobre la guerra pretendiera un tono pacifista y contemporizador. En 1959, La fiel infantería, de Pedro Lazaga finalizaba con este rótulo: «A todos los españoles que hicieron esta guerra, estén donde estén, vivos o muertos, ¡larga paz!».

En la guerra

De cualquier manera, el cine más interesante sobre la guerra civil es el que se filmó durante la contienda. En zona republicana se rodaron 239 cortometrajes y veinticinco largos, mientras que en la zona de los insurrectos sólo se hicieron 44 cortometrajes y doce largos. No debe sorprender la diferencia cuantitativa, puesto que lo medios cinematográficos en tiempos de la República fueron manejados con mayor libertad por autores de la izquierda, como prácticamente todos los demás medios artísticos de expresión. A esta lista habría que añadir las películas filmadas por extranjeros -donde L'espoir, de Malraux, o Tierra de España, de Joris Yvensson los títulos más interesantes-, que se concretaron en dieciocho largometrajes (dos alemanes, dos italianos) y 31 cortos (doce de ellos, italianos) Son los documentos impresionantes que han dado pie, años más tarde, a la recreación de películas largas que tuvieron su mito en Morir en Madrid, de Frederic Rossif, cuya calidad fue superada por los propios directores españoles cuando pudieron utilizar ese material: Caudillo, de Patino; La vieja memoria, de Camino, o Por qué perdimos la guerra, de Abad de Santillán. Estos directores, entre otros varios -Carlos Saura, Manuel Gutiérrez Aragón, José María Forn, por ejemplo-, han acercado sus películas a la temática de la guerra civil, con la timidez obligada por la censura años atrás o con la concreción que los nuevos tiempos parecen permitir. Ya Bardem, en sus años de estudiante, realizó un cortometraje (nunca visto) que se titulaba Paseo por una guerra antigua.Pero no sólo los españoles. Hasta suecos y daneses han realizado películas sobre la guerra civil espanola, destacando entre los extranjeros los franceses (La guerra ha terminado, de Resnais; Viva la muerte, de Arrabal) y americanos (Por quién doblan las campanas, de Sam Wood, Las nieves del Kilimanjaro, de Henry King, donde la reconstrucción de algunas batallas de la guerra no eran mas que recuerdos del personaje central.

Cerca de cien títulos son los registrados por historiadores entre el cine extranjero referido a nuestra guerra civil. Sin embargo, muy poco de ese cine ha llegado a nuestras pantallas. Al principio fue la censura. En estos momentos, los criterios de distribución y exhibición, que lo consideran poco comercial. Cuando hace algunos meses se estrenó en España Por quién doblan las campanas, los delegados de la multinacional que distribuye la película se negaban a hacerlo por considerarla una pésima película (en lo que no se equivocaban); sin embargo, tuvieron que hacerlo ante la insistencia de sus jefes en Hollywood que, en esta ocasión, no se equivocaron: la película obtuvo un importante éxito de público.

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