La URSS sopesa los riesgos de una acción militar

Las tropas soviéticas estacionadas en las fronteras con Polonia (cuarenta divisiones con más de 500.000 hombres) están «en estado de preparación especial» desde el pasado verano, pero nada indica que se haya decidido ya su intervención, opinan diversas embajadas occidentales en Moscú.Por su parte, un portavoz del Ministerio soviético de Asuntos Exteriores afirmó ayer que las actividades de estas tropas «son normales», y los rumores que hace circular Occidente en los últimos días sólo tienen como finalidad «agravar la situación en Polonia». El mismo portavoz añadió que no habían sido movili...

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Las tropas soviéticas estacionadas en las fronteras con Polonia (cuarenta divisiones con más de 500.000 hombres) están «en estado de preparación especial» desde el pasado verano, pero nada indica que se haya decidido ya su intervención, opinan diversas embajadas occidentales en Moscú.Por su parte, un portavoz del Ministerio soviético de Asuntos Exteriores afirmó ayer que las actividades de estas tropas «son normales», y los rumores que hace circular Occidente en los últimos días sólo tienen como finalidad «agravar la situación en Polonia». El mismo portavoz añadió que no habían sido movilizados los reservistas de las zonas fronterizas con Polonia.

Ninguno de los expertos militares occidentales destacados en Moscú ha obtenido datos sobre movimientos significativos de tropas, pero todos coinciden en afirmar que desde el pasado verano las fuerzas estacionadas en las fronteras ruso-polacas (Báltico, Bielorrusia y los Cárpatos) están en estado de máxima preparación.

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En el plano político, las opciones que se le plantean al Kremlin le colocan en un serio dilema: sea cual fuere la solución adoptada, los riesgos son enormes. Sin embargo, los diplomáticos occidentales están de acuerdo en un punto: los dirigentes soviéticos, que han tolerado hasta el momento en Polonia una evolución que ya habrían detenido en otros países del bloque, no pueden aceptar en absoluto que el régimen de Varsovia abandone la órbita de Moscú.

Aun sabiendo que Occidente no haría nada para impedir la intervención soviética, los dirigentes del Kremlin no ignoran ciertas realidades, como sería el peso económico de la intervención, tema que ya conocen después de un año de invasión en Afganistán; la posibilidad de chocar sobre el terreno con el Ejército polaco, cuyas reacciones son imprevisibles, y el golpe que recibirían la distensión y las negociaciones sobre desarme.

Si la intervención queda como el último recurso, los dirigentes soviéticos están dispuestos a emplear antes «otras vías» para mantener a Polonia dentro de su campo, como suscitar y promocionar a las fuerzas hostiles a la evolución actual, disuadir a los partidarios de la «renovación» de que hay ciertos límites infranqueables (los rumores occidentales sobre la intervención servirían para este juego) y, finalmente, prestar ayuda a la economía polaca.

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