Seis nuevos cursos en la Universidad Menéndez y Pelayo, de Santander

El lunes pasado dieron comienzo en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP) seis nuevos cursos que se unen al que, sobre la cuestión regional en Cantabria, viene celebrándose desde el pasado día 2 de julio y que prolongará sus sesiones hasta el próximo día 18, y al seminario internacional Cultura, sociedad y política en el mundo actual, que se desarrollarán durante los dos meses y medio en que permanecerá abierta la universidad.Los numerosos cursos y seminarios programados han obligado a los rectores de la UIMP a habilitar los lugares más insospechados, y así, desvanes ...

El lunes pasado dieron comienzo en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP) seis nuevos cursos que se unen al que, sobre la cuestión regional en Cantabria, viene celebrándose desde el pasado día 2 de julio y que prolongará sus sesiones hasta el próximo día 18, y al seminario internacional Cultura, sociedad y política en el mundo actual, que se desarrollarán durante los dos meses y medio en que permanecerá abierta la universidad.Los numerosos cursos y seminarios programados han obligado a los rectores de la UIMP a habilitar los lugares más insospechados, y así, desvanes y sótanos del palacio de la Magdalena han sido transformados en aulas. A pesar de ello es frecuente que se produzcan cambios de última hora de los lugares de conferencias, lo que, unido a la inasistencia de algunos participantes, que obliga a modificar los programas, está creando una cierta confusión entre las muchas personas interesadas en asistir a las actividades de la UIMP.

El seminario sobre economía, Sector público y sector privado, dirigido por el presidente del Círculo de Empresarios, Santiago Foncillas, tuvo entre sus participantes al director general del patrimonio del Estado, Arturo Romaní, quien se definió partidario del sector público empresarial, aunque precisaría que «no puede haber un abuso de este sector público y se hace necesario sustituir el sistema de preferencias injustificadas en favor de empresas públicas por un sistema de libre competencia, en el que la preferencia general sea la industria española». Por su parte, Claudio Boada, hasta hace pocos meses al frente del INI y actual presidente de Ford España, expresó su opinión en torno a la empresa pública señalando que en ella «la política tiene muchas veces un gran protagonismo, desempeña una importante baza, lo cual es un error. Hay que tender», añadiría el conferenciante, «a profesionar la empresa, como en el caso privado, y, sobre todo, estar atento a la cuenta de los resultados».

Manuel Tuñón de Lara, historiador especializado en los siglos XIX y XX españoles, y en la actualidad profesor de la universidad francesa de Pau, fue el participante, en la tarde del martes, en el seminario internacional dirigido por el rector de la UIMP, Raúl Morodo. En su conferencia, que versó sobre las razones de la derecha en el siglo XX, analizaría cómo esta capa social «dominante de la sociedad tiene necesidad de una argumentación político- filosófica y social para convencer a una parte de la población que no es sociológicamente de derechas, pero que se intenta que lo sea políticamente, ya que», afirmaría el historiador, «sólo gracias a esta aportación de una base social es como puede subsistir la derecha en general».

El seminario, que sin duda sigue acaparando una mayor atención, evidenciada por la amplia asistencia de público, es el que sobre la cuestión regional en Cantabria dirige el periodista Juan G. Bedoya. En el marco de la sección de política y economía intervinieron, en los últimos días, Eduardo Garcia de Enterría, Miguel Angel Revilla, Enrique Campos Pedraja y Jaime Blanco. El señor Revilla, economista y principal dirigente del Partido Regionalista de Cantabria esbozó las a su juicio, «grandes crisis» que vive actualmente la región cántabra, y «que nos han desenganchado de la marcha que sigue el resto del país y nos han hecho descender, en sólo trece años, once puestos en el ranking de la renta per cápita», a lo que se añadiría una infraestructura estrangulada y una industria que «no es nuestra», finalizando centrando su esperanza en el sector ganadero, como «clave del progreso regional».