PAMPLONA: PRIMERA DE SAN FERMIN

Los principios de Pepe Luis son el toreo

ENVIADO ESPECIAL, Los principios de las faenas de Pepe Luis son el toreo. Tres ayudados para llevar al toro del tercio al platillo, pases de la firma, cambio de mano adormeciendo la embestida, la muleta en la izquierda para dos naturales superiores y el de pecho, todo ello ligado, todo en un palmo de terreno, todo dentro de la fuga cidad de un par de minutos. La inspiración, el toreo puro, no tienen más remedio que ser breves y quintaesenciados. De ahí que se coticen tanto. Lo cual no tiene por qué restar méritos a la entrega, a la vergüenza torera, aunque produzcan, como en el Soro, seri...

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ENVIADO ESPECIAL, Los principios de las faenas de Pepe Luis son el toreo. Tres ayudados para llevar al toro del tercio al platillo, pases de la firma, cambio de mano adormeciendo la embestida, la muleta en la izquierda para dos naturales superiores y el de pecho, todo ello ligado, todo en un palmo de terreno, todo dentro de la fuga cidad de un par de minutos. La inspiración, el toreo puro, no tienen más remedio que ser breves y quintaesenciados. De ahí que se coticen tanto. Lo cual no tiene por qué restar méritos a la entrega, a la vergüenza torera, aunque produzcan, como en el Soro, series afanosas e interminables de derechazos, el bullicio de unas banderillas de aparatosa ejecución, pero sin reunir y prendidas en cualquier sitio (la arena, por ejemplo). Cada uno trae a la fiesta lo que puede; cada quien saca su moneda y la cambia. Preferimos a los del arte, desde luego, pero el que no lo tiene hace tantos y mayoras méritos supliendo con arrojo esta carencia. El Soro es del grupo de los arrojados, con un valor sin tacha.Andrés Blanco, situado en la línea clásica, aunque le correspondió el mejor lote, nadaba entre dos aguas. Tiene estilo, y lo exhibía, pero no consiguió acoplarse, estuvo pesado y torpón, y llegó a sufrir una voltereta absurda, de la que resultó con un puntazo leve. Quizá fuera porque los novillos tenían casta y genio, mientras Blanco necesita, para lucir su toreo, la res entregadita y suave.

Plaza de Pamplona

Primer festejo de San Fermín. Novillos de Barcial, bien presentados, bravos, con genio. Andrés Blanco: pinchazo perdiendo la muleta, otro bajo y bajonazo (silencio). Estocada (vuelta). Pepe Luis Vázquez: pinchazo sin soltar y estocada delantera (ovación y saludos). Tres pinchazos y estocada atravesada (pitos). El Soro: estocada (dos orejas). Pinchazo y estocada (vuelta a hombros).

Así cualquiera, claro, pero de eso apenas hubo el domingo en Pamplona. Los barciales, preciosos de lámina, armados y hechos, bravos, incluso nobles -los de Blanco sobre todo-, tenían una,embestida encastada y agresiva que seguía el engaño cuando era manejado con auténtico mando. En los remates de las suertes surgía el problema: si no se ejecutaban con estricta técnica, el novillo se iba arriba y buscaba los alamares.

Por eso los principios de las faenas de Pepe Luis, técnica y hondura convertidos en maravilla merced al soplo del arte, eran de sensación. En cambio, bajaba la calidad al prolongar la faena. La del segundo, series de naturales y redondos con un precioso molinete intercalado, tuvo altibajos. En la del quinto se desfondó el torero, que apabó aburrido, sin ideas y tirando líneas. Una sorprendente y -poco lógica actitud en quien pretende llegar a figura.

Todo lo contrario que el Soro, crecido ante las dificultades de las reses y sus propias limitaciones. Pegó muchos derechazos en el tercero, todos valentones, y en el sexto se jugó el fisico a despecho de tarascada. La faena no se llenó de primores, pero sí de emoción y como además en este y en su anterior novillo entró a matar decidido, volcándose sobre el morrillo, su triunfo resultó legítimo. El levantino fue paseado a hombros, entre la complacencia de los pamploneses y el entusiasmo de cientos de seguidores, llegados expresamente desde Valencia para aclamar al ídolo. Hay sorismo, que se hizo notar en este interesante prólogo.

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