Conferencia y exposición sobre la música y la Institución Libre de Enseñanza

Idea excelente la del Real Conservatorio: organizar una exposición sobre La música y la Institución Libre de Enseñanza. Alma de ella -y también manos y pensamiento- han sido Federico Sopeña y Antonio Gallego que han logrado lo más bello: una muestra humilde, útil y significativa.

Como acto inaugural, Federico Sopeña dictó una conferencia centrada en la personalidad del fundador de la Institución, Francisco Giner de los Ríos, pero rica en derivaciones: las que partieron de la «fuente» renovadora y sus consecuencias en hombres e instituciones: Residencia de Estudiantes, Instituto Escuela,...

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Idea excelente la del Real Conservatorio: organizar una exposición sobre La música y la Institución Libre de Enseñanza. Alma de ella -y también manos y pensamiento- han sido Federico Sopeña y Antonio Gallego que han logrado lo más bello: una muestra humilde, útil y significativa.

Como acto inaugural, Federico Sopeña dictó una conferencia centrada en la personalidad del fundador de la Institución, Francisco Giner de los Ríos, pero rica en derivaciones: las que partieron de la «fuente» renovadora y sus consecuencias en hombres e instituciones: Residencia de Estudiantes, Instituto Escuela, Junta de Ampliación de Estudios. Dentro del cuadro general que definió una obra de largo alcance, que llegó a -crear estilos de pensar y maneras de ser, Sopeña fue rastreando huellas musicales. Fáciles en Giner de los Ríos, hombre musical, especialmente mozartiano; fáciles en el movimiento folklorístico que, a distintos usos y niveles, va de Menéndez Pidal hasta García Lorca, pasando por Martínez Torner y Rafael Benedito. Indicativas en el programa de Fernando de los Ríos como ministro de Instrucción, heredero no sólo de ideas institucionistas, sino también del programa García Morente-Salazar. ¿Quién quefue no se acercó a la tarea liberal y hondamente europea -más firmente trasplantada a España- de los Institucionistas? Soberano el servicio de la Junta de Ampliación de Estudios (aunque, bajo la presidencia de Cajal, haya que registrar capítulo musical triste al negarle, por dos veces, ayuda a Falla). Plenamente útiles las «misiones pedagógicas». Capaces de modificar los hábitos de la intelectualidad española en la educación y en la formación de la sensibilidad. cuanto movieron los hombres de la Institución, habría que recordar c6mo un Gabriel Rodríguez (economista y músico) está al lado de Pedrell y cómo, con los matices diferenciales propios de sus personalidades. están junto y en la música el «importador» del krausismo, Sanz del Río, Ramón y Jimena Menéndez Pidal, Azcárate o Cossío.En cuanto a la Residencia de Estudiantes, constituye, en tantas facetas, entre ellas la musical, un ambiente vivido, una toma de conciencia, un estar al día, hecho crónica en la «Vida en claro», de Moreno Villa. Ya en 1917, Falla y Aga Lahowska dan un concierto en el que las Siete canciones marcan un punto ideal de enlace con las tradiciones popularistas. Después, Ravel, Landowska, Milhaud, Strawinsky, Poulenc, los jóvenes españoles de entonces. Y la revitalización de nuestro «folklore»: el piano y las canciones de Lorca, los «cancioneros» de Torner, la práctica de Benedito, las ediciones. Anda por ahí un inestimable tomillo en homenaje a Menéndez Pidal («Alqa la voz, pregonero») editado por los antiguos alumnos de la Institución que preside Varela Uña, que supone un excelente testimonio por lo que escriben Lapesa. Dámaso Alonso y Diego Catalán y por la presentación de los conciertos de música española renacentista.

Inestimable el trabajo del compositor y musicólogo Bal y Gay y su mujer Rosita García Ascot (presencia femervina en el «grupo de la República». discípula de Pedrell y , luego, de Falla, durante muchos años). Ayer estaban presentes, con más juventud que años, en la conferencia inaugural de una exposición a la que tanto han aportado. Sopeña, sin perder el hilo argumental (Giner de los Ríos) hizo en su intervención estudio y anécdota, pues no despreció ninguna con relevancia suficiente. El tono humanísimo, la sucesión de «secuencias» de gran poder plástico y evocador, el continuo bogar en un mar que conoce y que a buen seguro mañana será libro no sólo interesante, sino imprescindible, cuajaron en un capítulo de musicología viva sin el cual se entenderían mal muchas cosas de nuestro reciente vivir musical, desde «La Barraca» hasta el Colegio Studio o los Coros y Danzas que asesorara, no lo olvidemos, el mismo Benedito del Instituto Escuela. Porque cuando una obra es verdaderamente trascendente no hay circunstancia histórica, por grave que sea, capaz de anular el alcance de su luz, el eco y resonancia de su voz. En el salón del Conservatorio -lleno hasta rebosar- se ha dado una lección cuya importancia era para muchos descubrimiento al correr de la palabra de Federico Sopeña.

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