Velados enfrentamientos en la "conferencia sobre ayuda humanitaria a Camboya"

La Asamblea General de las Naciones Unidas celebró ayer una sesión especial para establecer un plan de ayuda al pueblo de Kampuchea, donde cerca de dos millones y medio de personas corren peligro de morir de hambre. Aunque la conferencia fue convocada con un carácter estrictamente humanitario, el trasfondo político del drama de Kampuchea estuvo presente en las intervenciones de todos los oradores.

Los países occidentales, con el secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, al frente, insistieron en la necesidad de actuar con urgencia e imparcialidad para hacer llegar alimentos,...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La Asamblea General de las Naciones Unidas celebró ayer una sesión especial para establecer un plan de ayuda al pueblo de Kampuchea, donde cerca de dos millones y medio de personas corren peligro de morir de hambre. Aunque la conferencia fue convocada con un carácter estrictamente humanitario, el trasfondo político del drama de Kampuchea estuvo presente en las intervenciones de todos los oradores.

Los países occidentales, con el secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, al frente, insistieron en la necesidad de actuar con urgencia e imparcialidad para hacer llegar alimentos, medicinas y ropas a los millones de camboyanos que corren peligro de morir, víctimas del hambre y las enfermedades.El principal obstáculo para la entrega de la ayuda internacional al pueblo de Kampuchea reside en que los países occidentales no han reconocido al nuevo régimen de Pnom Penh, que llegó al poder con la ayuda del Ejército vietnamita.

Estados Unidos, en colaboración con el comité internacional de la Cruz Roja y la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), han centrado su ayuda en Tailandia, adonde han huido miles de camboyanos.

El secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, en su discurso, señaló que es necesario que las organizaciones internacionales puedan canalizar la ayuda humanitaria de una forma «imparcial», y aunque reconoció que se han hecho progresos en este sentido, «todavía existen dificultades que resolver».

El principal obstáculo es que, según los países occidentales, la forma más eficaz de distribuir la ayuda al pueblo de Kampuchea es transportando las medicinas y alimentos en camiones a través de la frontera con Tailandia.

El Gobierno de Pnom Penh se negó a ello la semana pasada, ya que teme que la ayuda caiga en manos de las fuerzas del derrocado régimen de Pol Pot, que resisten en esa zona del país.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

El nuevo Gobierno de Kampuchea insiste en que la ayuda sea transportada por avión y barco a los puertos y aerodromos del país, para que los organismos oficiales de Kampuchea, en colaboración con las Naciones Unidas, los distribuyan a la población.

Las negociaciones con el Gobierno de Pnom Penh se han visto entorpecidas por la ausencia de un representante del nuevo Gobierno en las Naciones Unidas, que todavía sigue reconociendo al derrocado régimen de Pol Pot como el único y legítimo representante del pueblo de Kampuchea.

La conferencia, celebrada a petición del secretario general, tiene como objetivo recaudar fondos entre los Estados miembros para financiar un programa de ayuda anual por valor de 250 millones de dólares, que será administrado por la Cruz Roja Internacional y la Unicef.

En su discurso, Waldheim señaló que es necesario recaudar sesenta millones de dólares más, para asistir a los refugiados camboyanos en Tailandia, cuyo número sobrepasa ya las 100.000 personas.

Coincidiendo con la apertura en Nueva York de la conferencia sobre la ayuda humanitaria a Camboya, patrocinada por las Naciones Unidas, el Gobierno provietnamita de Pnom Penh reiteró ayer que no estaba dispuesto a permitir el envío de la ayuda alimenticia por carretera, a la vez que anunció que el río Mekong quedaba abierto al transporte de suministros.

En París, el secretario de Estado francés para Asuntos Exteriores declaró que cerca de la mitad de la población camboyana, es decir, unos 3.500.000 personas, han muerto desde hace cuatro años, a causa de la guerra y de sus calamidades. El hambre amenaza ahora, añadió, a unos 2.500.000 camboyanos, incluidos unos 700.000 niños.

Archivado En