Gran Bretaña pide la imposición de sanciones a Francia por la "guerra del cordero"

Lo que se conoce a ambas orillas del canal de la Mancha como la guerra del cordero puede marcar un hito en las relaciones económicas y en los intercambios entre los países del Mercado Común. Porque, por primera vez, un país miembro de la comunidad se enfrenta a la posibilidad de sanciones económicas por no permitir el libre comercio y la libre circulación de mercancías.

Ante la negativa francesa a permitir la exportación a Francia de cordero británico, el comisario de Agricultura de la Comunidad, Finn Olav Gundelach, pedirá hoy a la comisión la adopción de sanciones contra la nación gal...

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Lo que se conoce a ambas orillas del canal de la Mancha como la guerra del cordero puede marcar un hito en las relaciones económicas y en los intercambios entre los países del Mercado Común. Porque, por primera vez, un país miembro de la comunidad se enfrenta a la posibilidad de sanciones económicas por no permitir el libre comercio y la libre circulación de mercancías.

Ante la negativa francesa a permitir la exportación a Francia de cordero británico, el comisario de Agricultura de la Comunidad, Finn Olav Gundelach, pedirá hoy a la comisión la adopción de sanciones contra la nación gala.Todo empezó el pasado julio, cuando el Gobierno francés prohibió la exportación de cordero inglés. Los británicos interpusieron una acción legal ante el Tribunal, manteniendo la prohibición en defensa de sus derechos. El Tribunal falló a favor de la tesis británica sobre la base de la total libertad de comercio entre los países miembros del Mercado Común.

Protesta por las importaciones

Pero, como en otras ocasiones, el chauvinismo galo prevaleció sobre el derecho, y Francia hizo caso omiso de la sentencia del tribunal, manteniendo la prohibición en vigor. Tras una intensa presión diplomática, el Gobierno de París autorizó a los mayoristas franceses la importación de doscientas toneladas de cordero británico. Pero esta decisión no satisfizo al Gobierno británico ni a los exportadores ingleses.

Para Gundelach, la acción francesa constituye toda una arbitrariedad, según manifestó ayer en Luxemburgo. «No solamente estamos jugando con fuego, sino que nos podemos enfrentar a una catástrofe para la totalidad de los países del Mercado Común.»

Gran Bretaña cuenta con el apoyo del resto de los miembros de la Comunidad en su condena de la actitud francesa, actitud que provocará tensiones importantes en la reunión de jefes de Gobierno, a finales de noviembre, en Dublín.

El ministro británico de Agricultura, Peter Walker, manifestó ayer que corresponde ahora a la comisión decidir qué acciones legales cabe tomar contra Francia para que levante la prohibición. Pero Walker excluyó cualquier represalia británica. «Si pretendemos que se cumpla la ley, no vamos nosotros a empezar por quebrantarla», dijo.

La indignación en el sector ganadero y agrícola británico sube de tono por momentos. Y del dicho han pasado al hecho. El pasado domingo enviaron, a pesar de la prohibición francesa, dos camiones cargados de cordero fresco, que consiguieron pasar la aduana francesa en Calais y llegar hasta el mercado central de París.

Los periodistas, tras la mercancía

El martes, un nuevo cargamento atravesó el canal de la Mancha y desembarcó en Cherburgo, acompañado por un ejército de fotógrafos, periodistas, cámaras de televisión y nueve miembros ingleses del Parlamento Europeo. El camión, adornado con bandera británica y con ocho grandes pegatinas de Great Britain a sus costados, fue retenido durante siete horas por los franceses, aunque finalmente fue autorizado a continuar viaje a Marsella.

Sin embargo, el éxito parcial de estos envíos no supone, para el presidente de la Unión Nacional de Granjeros Británicos, que la batalla esté ganada. En su opinión, se trata de un gesto político por parte del Gobierno francés, como consecuencia de la reunión de ministros de Agricultura en Luxemburgo.

La actitud del Gobierno francés está motivada ante la presión de sus ganaderos, cuyos costes de producción del cordero, ante el minifundio de sus rebaños, les impide competir en precios con los ganaderos británicos.

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