Tribuna:Nicaragua, dos meses después del derrocamiento de la dictadura /2

Ninguna fuerza política puede competir con el sandinismo

Hay indicios que apoyan perspectivas optimistas sobre el desarrollo del proceso político nicaragüense. Hace pocos días, por ejemplo, se celebró la I Asamblea Nacional de cuadros del FSLN, que tuvo objetivos claros en torno a la formulación de un gran partido político sobre la ancha base del sandinismo. En, el acto final de dicha asamblea, presidida por siete «comandantes de la revolución» (de los que cinco saludaron puño en alto cuando finalizó la reunión), se leyeron las conclusiones obtenidas: quedaba suprimido el adjetivo «conjunta» en la dirección nacional del Frente Sandinista, en un clar...

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Hay indicios que apoyan perspectivas optimistas sobre el desarrollo del proceso político nicaragüense. Hace pocos días, por ejemplo, se celebró la I Asamblea Nacional de cuadros del FSLN, que tuvo objetivos claros en torno a la formulación de un gran partido político sobre la ancha base del sandinismo. En, el acto final de dicha asamblea, presidida por siete «comandantes de la revolución» (de los que cinco saludaron puño en alto cuando finalizó la reunión), se leyeron las conclusiones obtenidas: quedaba suprimido el adjetivo «conjunta» en la dirección nacional del Frente Sandinista, en un claro intento por eliminar definitivamente la idea de las tres tendencias existentes en el FSLN, terceristas, «gepepes» y proletarios; se anunciaba la puesta en marcha de una organización para establecer mecanismos de afiliación al Frente y se ofrecía apoyo incondicional a la Junta de Reconstrucción y a su programa de gobierno. Importante punto: recuérdese que dicho programa garantizaba el ejercicio de todo tipo de libertades y establecía como aspiración un sistema político democrático y pluralista.Los sandinistas ya se están preparando para esto. Los Comités de Defensa Sandinista (CDS), en quienes muchos ven una copia exacta de los cubanos comités de defensa de la revolución, son unos instrumentos creados para canalizar el esfuerzo de la comunidad, desde la casa, la manzana, el barrio, en las tareas de la reconstrucción; pero indudablemente suponen magníficos centros de adoctrinamiento político.

Médicos cubanos y españoles.

Surgen voces escandalosas cuando un contingente de médicos cubanos llega al país; nadie se preocupa, sin embargo, de que también lo han hecho médicoss y enfermeras militares españoles y un buen grupo de maestros, también compatriotas. Se considera un indicio de «cubanización» que Tomás Borge celebré su cumpleaños, el 14 de agosto, con Fidel Castro, viejo amigo y que, curiosamente, también celebra su aniversario ese día. Pero nadie se atreve a decir que la Junta de Gobierno se ha convertido en imperialista por el hecho de que tres de sus más destacados miembros se reúnan en Washington con el presidente Carter, el comité de asuntos exteriores del Senado o el ultrarreaccionario Consejo de las Américas.

Clarificaciones necesarias

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Hay muchas cosas que poco a poco van apareciendo claramente explicadas en el proceso revolucionario nicaragüense. Y otras sobre las que no se consigue obtener una imagen diáfana y transparente: la estructura del poder administrativo, político, legislativo y jurídico.

Técnicamente, el Gobierno de la nación lo ejerce la Junta de Reconstrucción Nacional, órgano colegiado compuesto por cinco miembros y que debe su origen a una decisión del FS£N en plena guerra contra Sornoza. Esta Junta está asistida por un gabinete de ministros, encargados de tareas administrativas específicas.

No está aclarada la influencia, ni la relación orgánica entre la junta de gobierno y la dirección nacional del FSLN, organismo que, también en teoría, asume la conducción política del país.¿Está supeditada la Junta y el Gabinete, en sus decisiones administrativas, a las pautas de la dirección? Nadie sabe responder.

El Ejército Popular Sandinista aparece también como un ente aparte de aquellas dos formulaciones, aunque está más naturalmente cercana a la segunda. Existe un ministro de Defensa, integrado en el Gabinete ejecutivo y, por tanto en la junta de gobierno, pero su control sobre las fuerzas armadas es prácticamente nulo. Las decisiones militares corresponden al Estado Mayor, integrado por una junta de comandantes, cuyo jefe es Humberto Ortega. Nótese que el Ejército se sigue llamando «Sandinista», y no «nicaragüense» o «nacional».

Tampoco se han articulado aún los mecanismos legislativos previstos en un principio, a través de un Consejo de Estado, o «Junta de Notables», ni losjudiciales: casi toda la Administración de Justicia es militar, y aún en asuntos civiles o administrativos priman las decisiones de los tribunales castrenses.

Las «milicias populares sandinistas» aparecen como un ejército paralelo. Estas milicias están integradas por habitantes de pueblos y ciudades que, de forma espontánea o conducidos por soldados regulares sandinistas, lucharon contra la Guardia Nacional de Somoza. Disponen de gran cantidad de armás, obtenidas la mayoría en las horas de confusión que siguieron al abandono de sus cuarteles por parte de la GN y, hasta hace muy poco, ejercían, con gran descontrol, funciones de policía. Gran parte de los disgustos padecidos por las nuevas autoridades nicaragüenses en estas últimas semanas se originaron en estas descontroladas milicias, lugar ideal de refugio para ladrones, aventureros y contrarrevolucionarios.

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