Presentación de "Crónica y milagros de Oscar Ferreiro, Caudillo"

El pasado lunes se presentó en Madrid la primera novela del periodista Gabriel Plaza, Crónica y milagros de Oscar Ferreiro, Caudillo, editada por Plaza y Janés.«El tema de la dictadura es leit-motiv frecuente en la literatura contemporánea (aunque quizá no tanto como exigiría el hecho de que aún la mayor parte de los hombres la sufren de uno u otro modo) -comentó Gabriel Plaza sobre su propia obra- Con Crónica y milagros... no he pretendido descubrir nada nuevo (cosa ya de por sí dificil a estas alturas de la historia literaria) en ninguno de los dos conceptos aludidos, fo...

El pasado lunes se presentó en Madrid la primera novela del periodista Gabriel Plaza, Crónica y milagros de Oscar Ferreiro, Caudillo, editada por Plaza y Janés.«El tema de la dictadura es leit-motiv frecuente en la literatura contemporánea (aunque quizá no tanto como exigiría el hecho de que aún la mayor parte de los hombres la sufren de uno u otro modo) -comentó Gabriel Plaza sobre su propia obra- Con Crónica y milagros... no he pretendido descubrir nada nuevo (cosa ya de por sí dificil a estas alturas de la historia literaria) en ninguno de los dos conceptos aludidos, fondo y forma. Mi propósito ha sido soltar las riendas a la imaginación y a la libertad para, de este modo, poder llevar a cabo la tarea de traducir a la palabra ese vómito colectivo con que tantos de acá y acullá hemos querido exorcizar las bilis provocadas por la dictadura, para emprender sin traumas el sano ejercicio de olvidar a sabiendas. Los personajes de mi novela pueden sonar a esperpento en ocasiones. Quizá lo sean, en efecto, si consideramos que la realidad en sí, bien analizada, no es sino el esperpento y la caricatura del ente personal que gratuitamente le atribuimos.»

«Ha sido también intención mía -declaró el actual redactorjefe de El Ideal Gallego y autor de la obra presentada- trascender en lo posible la anécdota y el personaje a la categoría de símbolo. Oscar Ferreiro, dictador ciertamente de corte hispanoamericano, es, no obstante, una amenaza con escasas fronteras. He evitado en lo posible adjudicarle ese atuendo de campechanía que otros autores han prestado a veces a similares protagonistas, por los cuales hemos llegado a sentir una desconcertante piedad y ternura. La visceral repulsión contra la dictadura, sus mitos y sus peanas no deben dejar lugar a dudas, porque hemos sido muchos a sufrir y abominar durante mucho tiempo.»