La novelista publica una recopilación de sus cuentos

Carmen Martín Gaite es una de las pocas novelistas españolas. En su generación, la de quienes empezaron a escribir por los años cincuenta, salieron varias, pero algo ha ocurrido, que han dejado de publicar casi todas. Carmen Martín Gaite publica ahora sus Cuentos completos, en Alianza Editorial, y hace poco, en esa última entrega de Barral Editores, la novela corta Las ataduras, más o menos al mismo tiempo que El cuarto de atrás, su última novela, en Editorial Destino.

Carmen Martín Gaite tiene un aspecto aniñado y gatuno que se eclipsa sólo ante la palabra lúcida y los ojos acerados. M...

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Carmen Martín Gaite es una de las pocas novelistas españolas. En su generación, la de quienes empezaron a escribir por los años cincuenta, salieron varias, pero algo ha ocurrido, que han dejado de publicar casi todas. Carmen Martín Gaite publica ahora sus Cuentos completos, en Alianza Editorial, y hace poco, en esa última entrega de Barral Editores, la novela corta Las ataduras, más o menos al mismo tiempo que El cuarto de atrás, su última novela, en Editorial Destino.

Carmen Martín Gaite tiene un aspecto aniñado y gatuno que se eclipsa sólo ante la palabra lúcida y los ojos acerados. Mueve mucho las manos y no le gustan, las entrevistas, no porque se falseen sus palabras («eso ya no ocurre, y finalmente es un riesgo cuando se acepta la entrevista. Pero ahora hay mucha más profesionalidad», dice), sino porque «lo más maravilloso del mundo es charlar sin prisa, sin plazos. Y la entrevista está siempre suspendida del hilo de un tiempo fijo. Pocas veces se olvida una de que está haciendo una entrevista, y entonces es cuando pueden decirse cosas más interesantes».Lo que parece una disgresión está en realidad en el centro del tema que nos ocupa: «Efectivamente -dice Martín Gaite a EL PAIS- he tocado este tema, que me fascina, de alguna manera en mi última novela. En El cuarto de atrás cuento precisamente una entrevista, la que me viene a hacer una noche el hombre de negro. Llega impensadamente, recorre conmigo la casa, entre la tormenta, y hablamos, hablamos, hablamos. En realidad es una antientrevista, y sus preguntas son las que nunca haríais los periodistas. Que cómo nos poníamos los bigudíes y los chufles para rizarnos el pelo, que el aparador de la cocina o los objetos decó, que la habitación.»

«El hombre de negro, posiblemente el personaje más irreal que haya construido nunca, es, en cambio, el interlocutor imposible, el personaje buscado, finalmente, en toda mi obra. Al releer los cuentos publicados desde 1953 en distintos sitios para esta edición de Alianza y, sobre todo, al tratar de reordenarlos un poco por temas, me he dado cuenta de que hay algunos que son siempre los mismos. Creo que desde los primeros cuentos -entre paréntesis, aparte de algunos aparecidos en revistas, los demás están recogidos anteriormente en Las ataduras y El balneario- aparece siempre la obsesión por la incomunicación, esa dificultad para encontrar en el momento adecuado a la persona adecuada, la busca del interlocutor. También, la diferencia entre lo que se soñó en algún momento que iba a ser la vi.da, que hubiera podido ser la vida, y lo que resultó en la realidad, Y por último -si es que hay últimolos temas de infancia: el mundo de los niños, donde todo es más fresco, cuando el proyecto de vida futura, los suenos, no se ha frustrado todavía. Y una cosa más: el apego a los lugares. Creo que la mía es una literatura de interiores. »

De lo que ella llama «magia de los ámbitos», «el rito de las cosas», consigue Carmen Martín Gaite un capítulo importante de su personalidad de escritora y también de su teoría literaria. «Creo que ya lo tengo escrito -dice-: la literatura es un sucedáneo de las conversaciones que una no puede tener. La verdad es que a mí cada. vez me gusta más escribir. Escribir es un pire y un goce. Cuando oigo a algunos hombres decir que hacer una novela es como parir... bueno, ellos no han parido nunca. Me lo paso tan bien escribiendo que lo que me extraña es que me paguen... No pongas eso, no pongas eso, peyo es completamente cierto que mis relaciones con la letra escrita son como el primer día. Yo escribo en un estado permanente de entusiasmo, sobre todo cuando se trata detrabajo de creación, y la verdad es que, cuando termino con una novela, me quedo como sin sombra.»

El último trabajo de Carmiña -así la llaman sus amigos- ha sido la adaptación de Don Duardos, de: Gil Vicente, para los teatros nacionales. «También me ha gustado trabajar en esto. He tenido que: acudir al Primaleón, el libro de caballerías que entonces conocían. hasta los niños y del que Gil Vicente tomó sus temas. Naturalmente, en la obra hay alusiones que el lector actual desconoce, pero que la corte para el que fue escrita la obra dominaba. Don Duardos se representará en noviembre, dirigida por José María Morera. »

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