En Washington creen próximo el fin de Somoza

La Administración Carter, que expreso su «preocupación» por los recientes acontecimientos de Nicaragua, no tiene una postura definida sobre el futuro de este país y se debate entre la retirada total de su apoyo a la dictadura de Somoza y el temor a que se implante en Nicaragua un régimen político hostil a Estados Unidos.El éxito de la operación guerrillera, y las muestras de respaldo popular de que fueron objeto los sandinistas se interpretan en Washington como signos evidentes de que el fin de la dictadura de Anastasio Somoza está cercano.

Desde la llegada de Jimmy Carter a la Casa Bla...

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La Administración Carter, que expreso su «preocupación» por los recientes acontecimientos de Nicaragua, no tiene una postura definida sobre el futuro de este país y se debate entre la retirada total de su apoyo a la dictadura de Somoza y el temor a que se implante en Nicaragua un régimen político hostil a Estados Unidos.El éxito de la operación guerrillera, y las muestras de respaldo popular de que fueron objeto los sandinistas se interpretan en Washington como signos evidentes de que el fin de la dictadura de Anastasio Somoza está cercano.

Desde la llegada de Jimmy Carter a la Casa Blanca, ha habido algunas contradicciones en la actitud de Estados Unidos respecto al país centroamericano, y así, mientras el Senado reducía drásticamente la ayuda militar destinada a la Guardia Nacional, a la que se acusa de actuar como una policía privada de la familia Somoza, Carter envió una polémica carta al dictador nicaragüense, felicitándole por sus promesas de mejorar la situación de los derechos humanos en el país.

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La inoportuna carta del presidente norteamericano pareció evidenciar discrepancias entre el Departamento de Estado, que se oponía al envío de tal mensaje, y el Consejo Nacional de Seguridad, dominado por Zbigniew Brzezinski, que la favorecía. Estas discrepancias habrían vuelto a producirse ahora, a raíz de la acción guerrillera en un país donde los marines norteamericanos contribuyeron a implantar una dictadura familiar que ya dura 45 años.

Washington no puede siquiera condenar a los países que den asilo político a los guerrilleros sandinistas (México y Panamá), porque sería difícil calificar de terrorismo a una acción guerrillera que obtuvo los aplausos de muchos ciudadanos nicaragüenses opuestos a la dictadura.

Pero, por otro lado, el temor a una «segunda Cuba», pese a las afirmaciones de los sandinistas de que no mantienen contactos con el régimen de Fidel Castro, podría hacer a la Administración Carter caer en la tentación de prestar ayuda a Anastasio Somoza. Algo muy difícil de concillarcon la política de derechos humanos de que hace gala el Gobierno de Jimmy Carter.

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