Directores y solistas españoles

Los conciertos del pasado fin de semana han tenido un común de nominador: el triunfo de solista españoles pertenecientes a la plantillas de las dos orquestas madrileñas. Con la Nacional, el violoncellista Alvaro Quintanilla logró un éxito tan brillante como merecido. Su versión del Conciert en la menor, de Saint-Sáens fue de gran categoría, por la belleza de sonido, la técnica limpia y depurada y, de modo especial, por el pensamiento musical de alta exigencia y flexible rigor.Con la RTVE fue el violinista Pedro León, uno de los concertino de la formación, quien demostró sus enormes posi...

Los conciertos del pasado fin de semana han tenido un común de nominador: el triunfo de solista españoles pertenecientes a la plantillas de las dos orquestas madrileñas. Con la Nacional, el violoncellista Alvaro Quintanilla logró un éxito tan brillante como merecido. Su versión del Conciert en la menor, de Saint-Sáens fue de gran categoría, por la belleza de sonido, la técnica limpia y depurada y, de modo especial, por el pensamiento musical de alta exigencia y flexible rigor.Con la RTVE fue el violinista Pedro León, uno de los concertino de la formación, quien demostró sus enormes posibilidades concertísticas. El Concierto, de Brahms, es no sólo difícil desde punto de vista técnico, sino comprometido en cuanto a su complejo contenido musical, su sustancia tan sólida como la de una sinfonía.

Jordá, calurosamente recibido por el público madrileño, expuso una vibrante traducción de Semíramis y una matizada y poética de la Música para un jardín, Joaquín Rodrigo.

Enrique García Asensio, con Coro y Sinfónica de RTVE, descubrió al público madrileño la fabulosa intimidad -bien diferente de la del español, pero de gran intesidad- del Canto del Destino, sobre Hölderlin. Pequeño requiem ha sido denominado, con razón, aunque mejor podría decirse «condensación» del requiem alemán.