Crítica:

Memoria y fantasía de un autor teatral

Abordar la vida y la obra de un autor teatral como Fernando Arrabal desde una perspectiva lógica, qué duda cabe que hubiera sido un error. Precisamente por ello este número de Cahiers du silence, en el que le precedieron Topor, Leo Malet y Charles Duits está impregnado de la grandilocuente megalomanía del creador del teatro, pánico, ha huido de todo orden. Retratos de infancia acompañado de su madre y hermanos, pequeños testimonios de una niñez casi normal. Carnets de estudiante, diplomas, material histórico acompañado de estractos de sus obras ...

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Abordar la vida y la obra de un autor teatral como Fernando Arrabal desde una perspectiva lógica, qué duda cabe que hubiera sido un error. Precisamente por ello este número de Cahiers du silence, en el que le precedieron Topor, Leo Malet y Charles Duits está impregnado de la grandilocuente megalomanía del creador del teatro, pánico, ha huido de todo orden. Retratos de infancia acompañado de su madre y hermanos, pequeños testimonios de una niñez casi normal. Carnets de estudiante, diplomas, material histórico acompañado de estractos de sus obras Baal Babylonia, La piedra de la locura, todo ello enmarcado por diferentes retratos de Arrabal.De la egolatría absoluta (cada vez que me siento ante mi máquina de escribir veo sobre la hoja de papel blanco dos grandes letras: YO) hasta una modestia casi impúdica que le lleva a reproducir la carta insultante de Juan Español escrita en 1967 por un anónimo enemigo, Fernando Arrabal se mueve en una superficie de instintos elementales rechazando la hipocresía. «Yo diría que Sartre es la fórmula sí = sí, Ionesco sí = no, el pánico sí = no = sí = 340.» Pero también racionaliza claramente su obra: Mi teatro es un teatro salvaje inspirado en las fiestas de España, que sólo se comprenden con el vientre.

Cuadernos de silencio

Fernando ArrabalKesselring editor, 1977

Para Eugene Ionesco, que califica el silencio de Arrabal como un ruido estridente en los oídos de la burguesía, o para André Pieyre de Mandiargues, que dedica constantes elogios, la esencia española de Arrabal es lo más claro de su personalidad y lo más interesante.

Además de recortes de periódicos, fragmentos de críticas a sus obras, reproducciones de carteles alusivos a diferentes estrenos, etcétera, figuran algunos dibujos de Topor en estos Cahiers du silence, así como curiosas cartas de su padre desde la cárcel de Melilla.

Arrabal envuelto, casi arropado en un cinismo amable, llega incluso a declarar: Si hubiera tenido el físico de James Dean, desde luego que no habría escrito ninguna obra de teatro. Frase avalada de alguna manera por la afirmación de Víctor García: Qué horror, hacer teatro cuando lo que uno quiere es vivir. Mierda.

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