Cartas al director

Los hombres del campo

El hombre del campo ve cómo cada día que pasa su situación se agrava más, los costes de producción cada vez son mayores: maquinaria, abonos.... en cambio lo que produce el campesino no sólo no sube, sino que se estabiliza e incluso baja y en otros casos, como sucede actualmente con la patata, ni siquiera se vende porque nadie quiere comprarlas.La gente que vive en la ciudad tiene muy poco o ningún conocimiento de los problemas del campo. El hombre de la ciudad se queja constantemente de que los precios suban y se queja con razón, ¿entonces, quién se lleva los beneficios de la subida de los pro...

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El hombre del campo ve cómo cada día que pasa su situación se agrava más, los costes de producción cada vez son mayores: maquinaria, abonos.... en cambio lo que produce el campesino no sólo no sube, sino que se estabiliza e incluso baja y en otros casos, como sucede actualmente con la patata, ni siquiera se vende porque nadie quiere comprarlas.La gente que vive en la ciudad tiene muy poco o ningún conocimiento de los problemas del campo. El hombre de la ciudad se queja constantemente de que los precios suban y se queja con razón, ¿entonces, quién se lleva los beneficios de la subida de los productos agrícolas? La contestación es bien fácil: los intermediarios, esa lacra de la sociedad, esos señores que por cierto gozan de prestigio social y que algunos, incluso, ocupan puestos de gran relevancia.

Pero mi intención ahora no es arremeter contra esas personas sino llamar la atención para que la sociedad se fije en un sector que puede estallar de un momento a otro. El campesino está ya harto de promesas, su capacidad de aguante tiene un límite y el día que ese límite se rebase yo sinceramente no sé lo que va a pasar.

Con esto que he dicho no quiero ser alarmista, sino pedir a los medios de comunicación que presten un poco más de atención de la que prestan actualmente a este sector, que en las páginas de los periódicos aparezcan nuestros problemas, se hable de nuestros sindicatos, de nuestras aspiraciones y no se siga como hasta ahora concediendo importancia a cosas como el fútbol, que, sin quitársela, en el mayor de los casos para lo que se utiliza es para aborregar a la gente, para masificarla.

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