PCI: pesada injerencia en la crisis italiana

La declaración del Departamento de Estado norteamericano contra la progresiva influencia de los partidos comunistas, incluido el italiano, en los países de la Europa occidental, ha tenido repercusiones diversas, según las distintas posiciones ideológicas italianas. Hay quien aplaude la firme toma de postura y quien la juzga inoportuna y como una intolerable injerencia.

Se daba por descontada la reacción de la izquierda. Los comunistas hablan en su órgano, L'Unita, de una «pesada injerencia de los norteamericanos en la crisis política italiana». «Son libres de hacerlo -añaden-, pe...

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La declaración del Departamento de Estado norteamericano contra la progresiva influencia de los partidos comunistas, incluido el italiano, en los países de la Europa occidental, ha tenido repercusiones diversas, según las distintas posiciones ideológicas italianas. Hay quien aplaude la firme toma de postura y quien la juzga inoportuna y como una intolerable injerencia.

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Se daba por descontada la reacción de la izquierda. Los comunistas hablan en su órgano, L'Unita, de una «pesada injerencia de los norteamericanos en la crisis política italiana». «Son libres de hacerlo -añaden-, pero el modo y la oca sión en que lo hacen obedece a una precisa voluntad de influenciar la política italiana.».El líder comunista, encargado de la política exterior, Giancarlo Pajetta, dijo a los periodistas: «Carter no es miembro del Comité Central de mi partido.» Para el socialista Avanti, la declaración es inaceptable como principia y como método.Los socialistas, indignados

La reacción más indignada viene del diario radical socialista La República, partidario del Gobierno de emergencia, que pide una réplica inmediata del ministro de Exteriores, Arnaldo Forlani. El periódico titula su crónica de Washington a toda página: Veto norteamericano al PCI. Habla en un editorial de «mensaje a una provincia del Imperio». Desde la época de la guerra fría, según el editorial, no se había dado una intervención, en un país soberano, tan dura y pesada.

La Democracia Cristiana, que examinó ayer la declaración de Washington, no ha replicado oficialmente. Un miembro de la dirección política se limitó a comentar: «Sigue siendo para nosotros un punto firme el rechazo de toda injerencia, y es motivo de escándalo la preocupación americana por la situación italiana.» El ministro de Exteriores, Arnaldo Forlani, interrogado por los periodistas si había quedado sorprendido, respondió lacónicamente: «Sí, he quedado sorprendido», y ha excluido un paso oficial «por no tratarse de materia de política exterior».

Andreotti dimitirá el lunes

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La gran prensa de información, y no de partido, hace notar la forma inusitada de la iniciativa norteamericana, que amenaza con agravar la posición de la Democracia Cristiana en un momento difícil, pues refuerza las corrientes de derechas que quieren las elecciones anticipadas. La situación general es fluida y se da por segura la renuncia de Andreotti para el lunes próximo. Los comunistas, en realidad, no esperaban que la Democracia Cristiana les cerrara en forma tan compacta y unida la puerta en la cara con un «no» que no les quiere ni en el Gobierno, ni en la mayoría, y se vuelve a hablar de una «mayoría de programa», en la que los comunistas aceptarían un programa de Gobierno sin que sus votos fuesen determinantes para un eventual futuro Gobierno.

Como contrafondo trágico, siguen hablando las pistolas. Ayer, el abogado Lello de Rosa, de 54 años, jefe de relaciones públicas de la compañía de teléfonos SIP, fue herido de cinco disparos en las piernas mientras salía de su casa.

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