Crítica

Moholy-Nagy

«Muchos de nosotros hemos abandonado los antiguos cánones y las convenciones caducas en favor de una nueva articulación espacial, tratando de definir instintivamente y de satisfacer más adecuadamente la necesidad específica de nuestra era de una visión en movimiento.» Con estos términos concluye Laszlo Moholy-Nagy su Reseña de un artista, un breve texto en el que intenta caracterizar aquellos aspectos que han resultado fundamentales en su evolución estética.La búsqueda de esa nueva articulación espacial será la meta que Moholy-Nagy se propondría conseguir en las tres décadas que duró su...

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«Muchos de nosotros hemos abandonado los antiguos cánones y las convenciones caducas en favor de una nueva articulación espacial, tratando de definir instintivamente y de satisfacer más adecuadamente la necesidad específica de nuestra era de una visión en movimiento.» Con estos términos concluye Laszlo Moholy-Nagy su Reseña de un artista, un breve texto en el que intenta caracterizar aquellos aspectos que han resultado fundamentales en su evolución estética.La búsqueda de esa nueva articulación espacial será la meta que Moholy-Nagy se propondría conseguir en las tres décadas que duró su actividad práctica. Si en 1917 se confiesa sorprendido por Rembrandt y posteriormente por Van Gogh, Oscar Kokoscha, Franz Marc, etcétera, pronto su sorpresa .abandonará el modelo para intentar desentrañar el significado de las líneas y de las masas de color, se instalará, pues, en la solución de problemas. Así escribe: «El pintor joven llega a superar el diletantismo, el mero garabateo subconsciente y la repetición sonambulística de modelos cuando comienza a plantearse problemas y a buscar su solución. »

Laszlo Moholy-Nagy

La Photogalería. Plaza de la República Argentina, 2.

«Visto por un artista, un problema puede ser cualquier, cosa. » Para Moholy-Nagy, el problema no se centra en un comentario literario, en algo que pueda ser verbalizado, sino únicamente en aquello que tan sólo obtiene respuesta en la forma que se transmite al espectador. « Mi problema desde el primer momento fue la luz»; a través de ella, Moholy-Nagy querrá resolver los problemas espaciales que la existencia de la luz plantea.

En este trabajo, una herramienta que le resultará fundamental será la fotografía, que, pensada en principio como mero útil, se configurará finalmente como realización centrada, tan sólo, en ella misma. Si bien realiza fotografías de motivos reales -siempre jugando con distorsiones de la perspectiva que permiten una nueva visión del motivo-, encontrará, en su opinión, lo más válido de su obra fotográfica en la realización de los fotogramas: copias realizadas directamente sobre el papel por medio de composiciones con diferentes materiales, opacos y transparentes, que, iluminados con luces más o menos intensas, producen efectos de luz y espacio que conjugan los tres colores básicos para Moholy-Nagy: el negro el gris y el blanco.

La exposición que hasta el 19 de noviembre ofrece la Photogalería recoge diversos aspectos de la actividad fotográfica de Moholy-Nagy, tanto algunos de sus fotogramas -entre ellos los famosos retratos- como sus fotomontajes, fotografías publicitarias y las de motivos reales. Junto a ellas, un audiovisual realizado por Rafael Zarza y Belén Agosti, con música de Llorenç Barber, que recoge aproximadamente doscientas imágenes de su vida y obra, ofrecen un panorama suficiIntemente completo de las actividades del que fuera considerado como creador del estilo Bauhaus.

Mencionada la Bauhaus, y aunque el espacio de una mera reseña no permita sino mencionarla de pasada, no está de más apuntar cómo el proyecto de Moholy-Nagy de descubrimiento de las leyes universales del arte coincide con la etapa en que Gropius dirige la Bauhaus y coincide en no pocos términos con el ideario de éste. Su idealismo, su humanismo científico, como dijeron algunos exégetas, queda perfectamente enmarcado en las razones que Nagy diera para dimitir de su cargo de profesor cuando Gropius lo hiciera del suyo como director: la Bauhaus no tenía ya sino intereses que sólo atendían al mercantilismo y a un funcionalismo que todo lo monopolizaba. No es poco para quien había sido uno de los grandes impulsores de cierto racionalismo que todo lo presidiría desde entonces y para quien años más tarde crearía una más de las acadetnias que, siguiendo los modos de la Bauhaus alemana, terminaría por hacer de la historia del diseño y la arquitectura su historia del diseño y la arquitectura, olvidándose de tantos nombres como criterios distintos al suyo se hubieran producido.

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