La acción de los Ministerios de Educación en contra del humanismo

La larga y penosa lucha sostenida en los siete últimos años por los estudiosos de las lenguas clásicas, para la defensa del mantenimiento del latín y el griego en el bachillerato, ha sido puesta de manifiesto por un informe publicado por la Universidad de Granada, del que es autor el profesor Francisco Rodríguez Adrados.

Se trata de un número extraordinario de los fascículos Hojas Informativas, que, con el título El Griego y el Latín en el Bachillerato, apuntes para una historia, revela muchos aspectos inéditos de las complicadas vicisitudes atravesadas por las enseñanzas ...

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La larga y penosa lucha sostenida en los siete últimos años por los estudiosos de las lenguas clásicas, para la defensa del mantenimiento del latín y el griego en el bachillerato, ha sido puesta de manifiesto por un informe publicado por la Universidad de Granada, del que es autor el profesor Francisco Rodríguez Adrados.

Se trata de un número extraordinario de los fascículos Hojas Informativas, que, con el título El Griego y el Latín en el Bachillerato, apuntes para una historia, revela muchos aspectos inéditos de las complicadas vicisitudes atravesadas por las enseñanzas de aquellas dos lenguas clásicas, desde la aparición del Libro Blanco hasta las últimas disposiciones reglamentarias sobre el BUP y el COU, incluidas en la ley General de Educación, aprobada en 1970.En cuatro densos capítulos, el profesor Rodríguez Adrados va haciendo historia de todas las iniciativas, campañas de prensa e intentos de diálogo con las autoridades de los diversos equipos ministeriales responsables de la legislación sobre el tema en los últimos años. Intentos absolutamente fallidos en el caso de la etapa del ministro Cruz Martínez Esteruelas que, una y otra vez, prestó oídos sordos a cuantas comisiones y personalidades aisladas desearon dialogar con él, sin conseguirlo jamás, en un momento particularmente crítico para el futuro de la enseñanza de las lenguas clásicas, cuando a lo largo del año 1974 se perfilaban las líneas del decreto que en enero de 1975 supuso uno de los más duros golpes a la continuidad del griego en el bachillerato.

Anteriormente, en la etapa de Villar Palasí, se había fraguado el inicio de lo que Rodríguez Adrados califica como la «ofensiva de una nueva enseñanza planificada a nivel mundial, dotada de una filosofía propia y apoyada por organismos como la Unesco y el Banco Mundial, que si bien para otros países podría comportar un mensaje de elevación cultural, en el nuestro supondría una aceptación de niveles educativos más bajo que los existentes y una nivelación y estandarización que, en la práctica, llevaba a la eliminación de todo lo que fuera huella de un pasado histórico».

El representante más calificado de esa orientación sería el entonces subsecretario de Educación, Ricardo Díaz Hochleitner, «hombre para quien las nuevas orientaciones pedagógicas eran casi una mística, impenetrable a toda clase de razones que hablaran del pasado cultural europeo y de la formación cultural del individuo. Su perspectiva era anacrónica, universalista y puramente sociológica. Nos miraba con paciencia y repetía en voz pausada sus argumentos, como hablaría un misionero a unos pertinaces idólatras representantes de un pasado muerto». De este modo refleja el autor de este informe las impresiones obtenidas a lo largo de una entrevista que el propio Rodríguez Adrados y los señores Fernández-Galiano y Ruiz de Elvira mantuvieron en defensa del latín y el griego, con uno de los principales autores de la ley General de Educación, que supuso el principio del fin del estudio de las humanidades en el bachillerato y en la universidad actuales.

Empero, esta última afirmación, que se repitió con exceso en las campañas de prensa que la ley de Educación suscitó en este sentido, señala el profesor Rodríguez Adrados, puede haber contribuido a una visión excesivamente pesimista por parte de los futuros posibles estudiantes de latín y griego, que podrían, así, verse desanimados ante la perspectiva de unos estudios sin futuro.

La realidad final ha sido que, aún dentro de cierta precariedad, al menos el latín conserva su presencia en el bachillerato, habiendo corrido mucha peor suerte el griego, reducido en la actualidad a ser materia opcional en uno solo de los cursos del BUP.

Particularmente significativo del informe que comentamos es el papel desempeñado por la FERE en lo que concierne al intento de eliminación del griego en los planes de estudio del bachillerato: «No puede haber seguridades absolutas en este tema, pero al nivel de ciertas autoridades del Ministerio, nadie negaba la versión de que había sido decisiva la intervención de la FERE, a través del P. Martínez Fuertes, en este tema. Se temía, evidentemente, que en una situación económica de crisis la existencia del griego supusiera una carga en los centros privados de enseñanza. »

El profesor Rodríguez Adrados, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Estudios Clásicos y que ha sido el primer presidente de la Sociedad Española de Lingüística, se muestra, en la conclusión de estos apuntes, relativamente optimista respecto al futuro de las lenguas clásicas, aunque considera irritante que a los elementos progresivos de ciertas; corrientes educativas se añadan otros tan regresivos como es la persecución del espíritu humanístico, además de que, generalmente, los argumentos sobre horarios recargados, malos métodos de enseñanza, etcétera, se apliquen principalmente contra los estudios humanísticos.

Reflejo de ese optimismo relativo podrían ser las palabras finales de su interesante informe: «Es de esperar -hay síntomas de ello- que el pragmatismo y esnobismo que pretendían imponer una dictadura pedagógica sobre la tierra, vayan en declive. Que hay, incluso, una inversión de la corriente y, en nombre de la libertad y de la adhesión de cada pueblo a su cultura, pueda aumentar otra vez el papel de las lenguas clásicas en la enseñanza. Por otra parte, en España mismo, en las actuales circunstancias, no hace falta ser un gran adivino para imaginar que ha de llegar un momento en que toda la panorámica cultural se replantee.»

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