Duros y blandos en Argentina

Un cable procedente de Buenos Aires informa de la desaparición del periodista Rodolfo Fernández Pondal, director de la publicación Ultima Clave, ocurrida el sábado pasado. Precisamente ese día, el diario francés France-Soir, reprodujo en su primera página un informe de ese periódico referido al secuestro de Luchino Revelli-Beaumont, director de la Fiat Francia.Sumado al secuestro del político y embajador de Argentina en Venezuela, Héctor Hidalgo Solá, se elevan a dos las acciones de este tipo ocurridas en el lapso de veinte días en una escalada de violencia aparentemente relacion...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Un cable procedente de Buenos Aires informa de la desaparición del periodista Rodolfo Fernández Pondal, director de la publicación Ultima Clave, ocurrida el sábado pasado. Precisamente ese día, el diario francés France-Soir, reprodujo en su primera página un informe de ese periódico referido al secuestro de Luchino Revelli-Beaumont, director de la Fiat Francia.Sumado al secuestro del político y embajador de Argentina en Venezuela, Héctor Hidalgo Solá, se elevan a dos las acciones de este tipo ocurridas en el lapso de veinte días en una escalada de violencia aparentemente relacionada con el enfrentamiento que existe entre distintos sectores del Gobierno militar.

Con una tirada limitada distribuida por suscripciones y utilizando el estilo de informes reservados, Ultima Clave comenzó a circular alrededor de 1970 y logró una importante demanda por parte de periodistas y políticos. Desde hace un tiempo, la vinculación de este periódico con sectores afines a la política sustentada por el presidente de la Junta Militar, general Rafael Videla, le permitía ofrecer un servicio informativo difícil de obtener por otros medios. Por otra parte, la publicación dirigida actualmente por Fernández Pondal mantenía estrechas relaciones con algunos partidos políticos tradicionales, circunstancia que le permitía ser un vehículo de expresión off the record de sus principales dirigentes y tendencias internas.

El secuestro y desaparición de Héctor Hidalgo Solá se produjo el 18 de julio pasado, al poco tiempo de arribar a Buenos Aires proveniente de Caracas, y unas horas antes de que se entrevistase con el general Videla.

Militante de la Unión Cívica Radical -partido político que obtuvo el segundo puesto en las elecciones de 1973, detrás del peronismo- el embajador argentino viajó a la capital de su país por dos motivos: asistir al casamiento de su hija y entrevistarse con el presidente de la nación. No pudo concretar ninguno de los dos. Su nombramiento como embajador respondió al interés de la Junta Militar de mantener abiertos canales de contacto con una de las principales fuerzas políticas del país.

Poco antes de su desaparición, Hidalgo Solá hizo declaraciones en el aeropuerto de Caracas que molestaron a distintos sectores militares. Apoyó abiertamente el ambiguo anuncio de «reapertura del diálogo» formulado por la tendencia que encabeza Videla y tácitamente condenó a los que se oponen a ultranza a todo tipo de distensión.

Pero lo que parece más importante reside en las gestiones realizadas por Hidalgo Solá ante el subsecretario para Asuntos Latinoamericanos de Estados Unidos, Terence Todman, y el presidente de Venezuela, Andrés Pérez. Aprovechando la visita de Todman a Caracas, el embajador argentino habría perseguido el objetivo inmediato de modificar la negativa de Pérez a recibir oficialmente al general Videla en su país. El éxito de la gestión permitió que el militar argentino desembarcase en Venezuela al frente de una nutrida delegación que incluía deportistas, artistas, científicos y periodistas, fortaleciendo así su imagen política y aportando elementos para modificar su perfil de dictador. Ajenos a toda vinculación con la subversión, tanto Fernández Pondal como Hidalgo Solá parecen ser víctimas de las contradicciones existentes en el seno del Gobierno militar. Unidos en la práctica de destruir la guerrilla y reprimir toda manifestación opositora, los militares argentinos se dividen en «duros» y «blandos» por sus diferentes criterios respecto de la organización del Estado y la continuidad del proceso. Dentro de este eufemismo, Videla es un «blando» dispuesto a dialogar con algunos sectores y preocupado por producir algún tipo de apertura política; los «duros», cuya figura pública más notoria es el general Ibérico Saint Jean, gobernador de la provincia de Buenos Aires, no transigen y consideran peligrosa cualquier manifestación en este sentido. En este contexto, no es la primera vez que utilizan la misma fuerza de la que disponen para combatir a la subversión, para dirimir el enfrentamiento con los «blandos».

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En