La zoopolítica del talento

Este animal del talento, que se llama Máximo, cuya muestra diaria aparece en estas páginas, ha compilado en un libro denso, esa perspectiva, que el mundo es desde los ojos de un analista. Máximo se viste de microscopio, suelta la cabeza, ata la mano a la pluma y escribe. Piensa en palabras y como en un torrente deja escapar a borbotones un transparente talento que califica, disecciona, intuye, construye y destruye al misma tiempo.Aunque la confesión del autor es consabida en cuanto a que todo parecido con la realidad es, pura coincidencia, diríase que aquí los retratos son también casualidad; ...

Este animal del talento, que se llama Máximo, cuya muestra diaria aparece en estas páginas, ha compilado en un libro denso, esa perspectiva, que el mundo es desde los ojos de un analista. Máximo se viste de microscopio, suelta la cabeza, ata la mano a la pluma y escribe. Piensa en palabras y como en un torrente deja escapar a borbotones un transparente talento que califica, disecciona, intuye, construye y destruye al misma tiempo.Aunque la confesión del autor es consabida en cuanto a que todo parecido con la realidad es, pura coincidencia, diríase que aquí los retratos son también casualidad; pero retratos. Y no casuales. En las 250 páginas del libro, el lector va hallando a los animales políticos de la fauna ibérica que - ¡Oh, Rodríguez de la Fuente! - no sólo no está en peligro de extinción, sino que están en pleno incremento, poniendo en peligro su existencia; pero por superpoblación.

Máximo, intelectual de la línea y del cubo, redondea sus imágenes aquí en el plano literario. Como un nuevo generador del conceptismo, en lenguaje lacónico, con la amargura de cualquier humor, Máximo va pasando revista en este bestiario a los tipos de la calle, a los de los despachos, a los parques -si quedan- y hasta a los de los bancos de la Universidad. En resumen: un diccionario zoopolítico.