Tribuna:

Manifestaciones campesinas: algo más que la patata

Las manifestaciones campesinas que durante los últimos días vienen produciéndose en diferentes puntos del norte de España superan ampliamente los límites de las reivindicaciones de precios tal y como algunas áreas de la Administración quieren hacer creer al poner de manifiesto que son los excedentes de patata la causa de esta contestación agraria, que por su volumen puede considerarse atípica en nuestro país.De un análisis global, se deduce que el levantamiento agrícola que estos días está polarizando la atención del país, debe enmarcarse dentro de un movimiento espontáneo que tiene como causa...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Las manifestaciones campesinas que durante los últimos días vienen produciéndose en diferentes puntos del norte de España superan ampliamente los límites de las reivindicaciones de precios tal y como algunas áreas de la Administración quieren hacer creer al poner de manifiesto que son los excedentes de patata la causa de esta contestación agraria, que por su volumen puede considerarse atípica en nuestro país.De un análisis global, se deduce que el levantamiento agrícola que estos días está polarizando la atención del país, debe enmarcarse dentro de un movimiento espontáneo que tiene como causa el deplorable estado en que se encuentra el medio rural que ha tenido que soportar, poco menos que estoicamente, no sólo el peso de la inflación y el desarrollo industrial y urbano de este país, sino que, además, ha estado y continua estando manipulado por unos órganos que a la hora de plasmar las reales necesidades del campo no han demostrado la suficiente representatividad e identificación con las auténticas reivindicaciones del sector. Una vez más se ha producido ese claro distanciamiento entre la parte oficial, con unos intereses muy concretos, y la España real.

Por importante que sea la política de fijación de precios para las diferentes campañas agrícolas que anualmente discuten Administración y supuestos representantes agrarios, el descontento campesino hay que buscarlo dentro de las coordenadas de la España sociológica: falta de estructuras sanitarias, educativas, urbanísticas y despreocupación total y absoluta por todo aquello cuyo olor no provenga de núcleos industriales y urbanos.

Cuando una zona agrícola francesa muestra su desagrado por cualquier circunstancia que puede afectarla directamente, el Gobierno galo puede tambalearse en sus más profundos principios si no corre a poner los remedios que subsanen la situación. Generalmente, el campo español conoce muy bien estas reacciones, ya que ha sufrido claramente sus consecuencias.

Es un hecho demostrado que los sistemas democráticos le son favorables al campo por cuanto la masa electoral que este sector, moviliza no puede dejar impasible a ningún partido político que se precie. La aseveración de que el medio rural es conservador no deja de ser una incongruencia, al. menos cuando los intereses campesinos se ven en peligro. Bajo esta premisa, la situación del agro español puede comenzar a cambiar de rumbo en breve plazo, y entonces las áreas del Poder no podrán escudarse en los precios de la patata como origen y causa de los conflictos.

Archivado En