Crítica:

Autobiografía de un educador libre: Neill

En realidad, este libro consta de cuatro portadas -más un álbum de fotografías apto para curiosos- de los cuales solamente de dos puede decirse que responden al título del volumen. El primero de ellos (Neill, Neill, Orangepeel) es la verdadera autobiografía; el segundo (Diario de un maestro) es un texto sumamente interesante sobre la experiencia del autor en la escuela de Gretna Green, una tranquila aldea en la que comenzaron a manifestarse los primeros síntomas de su declarada vocación y sus revolucionarias intuiciones. El resto lo componen algunas consideraciones acerca de Summ...

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En realidad, este libro consta de cuatro portadas -más un álbum de fotografías apto para curiosos- de los cuales solamente de dos puede decirse que responden al título del volumen. El primero de ellos (Neill, Neill, Orangepeel) es la verdadera autobiografía; el segundo (Diario de un maestro) es un texto sumamente interesante sobre la experiencia del autor en la escuela de Gretna Green, una tranquila aldea en la que comenzaron a manifestarse los primeros síntomas de su declarada vocación y sus revolucionarias intuiciones. El resto lo componen algunas consideraciones acerca de Summerhill y de la sociedad contemporánea y un conjunto de cartas sobre aspectos de la educación, publicadas en el Times de Londres.La figura de Alexander Sutherland Neill, es hoy casi un mito. Pero él mismo dice: «No deseo ser recordado como un gran educador, porque no lo soy. Si me recuerdan, espero que sea porque traté de salvar el abismo entre jóvenes y viejos, traté de abolir el miedo en las escuelas. Deseo ser recordado como un individuo común y corriente que creyó que el odio no remedia nada y que estar en favor de los niños es la única manera de producir una vida escolar feliz y, porteriormente, una existencia dichosa». Quizá muchos lectores de su obra fundamental (Summerhill, F. C. E., Madrid) sonrían ante el hecho de que Neill no se considere un gran educador y, sin embargo, a lo largo de las páginas de su autobiografía, uno llega a comprender lo certero de esta afirmación. Neill, hijo de un maestro inglés, de rígidos métodos y de una mujer excesivamente pendiente de su status de pequeña burguesía recién adquirido, hubo de dedicarse a la enseñanza como mal menor para quien era considerado un muchacho de escasa inteligencia y menores posibilidades de medro; de tan mediocre panorama (según opiniones al uso) proviene uno de los hombres más imaginativos, vitales y batalladores de nuestro siglo.

A

S. NeillAutobiografía Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1976

Sin duda que a ello contribuyó el ser maestro tras haber sido hijo de un maestro tan ocupado en introducir en forma rígida el saber (en parte por la exigencia de las autoridades escolares) como tan poco en detenerse a comprobar si ésta era mínimamente aceptable para un niño; pero, sobre todo, Neill descubrió pragmáticamente que «la tragedia es que también los maestros sienten temor: miedo a ser considerados humanos, a ser descubiertos por la misteriosa intuición de los niños»; y entonces, efectivamente, abandonó la posibilidad de ser un «gran» educador para ser, mucho más positivamente, un compañero; más perspicaz, más culto y más experimentado, pero un compañero. Es decir, se colocó «del lado de los niños».

Fundada en 1924, la escuela el Suminerhill es uno de los más notables hilos en la historia del progreso del hombre hacia una educación libre. Contra una escolaridad que desarrolla el intelecto y descuida las emociones, Summerhill viene propugnando la intención de preparar al niño para que pueda llegar a sintetizar fácil y naturalmente ambos factores. Los resultados hablan por sí solos.

El estilo de Neill podría calificarse como de «tozudez anecdótica». En efecto, acumula situaciones a modo de ejemplo de forma que le permiten mostrar las conclusiones lineal y coloquialmente al lector; esto hace la lectura de sus libros extraordinariamente amena y asequible a cualquier persona. Su obra es, para todo adulto, un examen del propio adulto tan cordial como implacable, al tiempo que una apasionante exposición del mundo de los niños en libertad.

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