Crítica:

Una muestra independiente que estimula

Con muchas menos alteraciones de programa de las que eran previsibles en un despliegue como el anunciado, anda ya acercándose a su final la «I Muestra de Teatro Independiente», presentada por la Sala Cadarso. Aún es pronto para sacar unas conclusiones, probablemente, por lo demás, innecesarias. La muestra no es competitiva, sino ilustrativa. Pero es estimulante la posibilidad que ha dado a los grupos de presentarse ante un público familiarizado con las lecturas y propuestas del género y experto en calibres y desciframientos.

El «Grupo de Teatro Líbre» ha mantenido varios días un texto a...

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Con muchas menos alteraciones de programa de las que eran previsibles en un despliegue como el anunciado, anda ya acercándose a su final la «I Muestra de Teatro Independiente», presentada por la Sala Cadarso. Aún es pronto para sacar unas conclusiones, probablemente, por lo demás, innecesarias. La muestra no es competitiva, sino ilustrativa. Pero es estimulante la posibilidad que ha dado a los grupos de presentarse ante un público familiarizado con las lecturas y propuestas del género y experto en calibres y desciframientos.

El «Grupo de Teatro Líbre» ha mantenido varios días un texto agudo, doble farsa crítica, texto fresco, ingenioso y de infrecuente buena calidad literaria, texto no oportunista ni cristalizado por los dogmáticos estereotipos de la época: el pícaro retablo de farsantes del siglo dieciocho Viva el duque, nuestro dueño, de José Luis Alonso de Santos. Un texto conocido en Madrid -fue estrenado en la inolvidable sala de Magallanes-, levemente rectificado para ajustarlo a las posibilidades escenográficas de la Sala Cadarso y tan profundamente dominado ya por sus intérpretes que es una fiesta verles recargar la suerte interpretativa. Estamos en el realismo de Solana, después de asumir la mejor carga crítica de la literatura española. Excelente texto, lúcida puesta en escena. Un clásico de los independientes.Un curioso trabajo ha sido, después, la formal traducción a farsa esperpéntica del último texto de Albee, Seascape. Terenci Moix lo ha traducido al catalán con el títuloSesties de mar y el grupo «A-71 » ha trabajado colectivamente sobre el trillado camino de la incomunicación, el lenguaje vacío y la desesperanza. En definitiva, un matrimonio representativo de nuestra sociedad se encuentra con una pareja de animales marinos de parecida situación. Ni aún con ella es posible la comunicación sincera. Las bestias se alejan de los humanos, decepcionadas. Sobre esta tenue pasarela camina Albee, todo Albee, reiterando dolientemente sus penosas clarividencias -Cuento del Zoo, ¿Quién teme a Virginia Woolf?-. El trabajo de Moix es espléndido los clisés lingüísticos han sido desplazados al marco idiomático catalán en una profunda lectura de equivalencias. Y de Sevilla, tan despierta, ahora, a la expresión teatral, ha llegado el grupo Algabeño, con un esplendido espectáculo, Cantos del trigo y la cizaña. Algo que está muy en la línea de La Cuadra, del teatro pobre, de la expresión popular transparente. Fausto Velazquez busca en los comienzos del siglo pasado las causas del subdesarrollo actual. Los hombresjadean, tirando de un paso, ilusionados, engañados, doloridos y esperanzados otra vez, hasta la revuelta final. La sequía, las huelgas jerezanas, la falsa reforma agraria, sin dibujar un análisis histórico, son datos indicativos de las raíces de la situación actual. La expresión de todo ello es siempre realista, con coloración andaluza: realismo épico, furioso, altanero, trágico, burlón, soberbio, desdeñoso y patético.

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