Valmy, revistado

Seiscientas representaciones, en el teatro Benavente, de «La doble historia del doctor Valmy», de Antonio Buero Vallejo. Un texto afirmado, aplaudido, asumido por los espectadores. Una glosa durante el entreacto, de muy flojo interés. La habilidad de Vela. El rigor de González Vergel para que no se desfleque su precisa puesta en escena. La incorporación al reparto de la admirable Carmen Bernardos.Revisitar a Buero, releido, además, el texto de su obra, recién publicado en la colección Austral, es permitirse el ejercicio de una virtud bastante olvidada: la meditación. Pasada la sorpresa dramáti...

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Seiscientas representaciones, en el teatro Benavente, de «La doble historia del doctor Valmy», de Antonio Buero Vallejo. Un texto afirmado, aplaudido, asumido por los espectadores. Una glosa durante el entreacto, de muy flojo interés. La habilidad de Vela. El rigor de González Vergel para que no se desfleque su precisa puesta en escena. La incorporación al reparto de la admirable Carmen Bernardos.Revisitar a Buero, releido, además, el texto de su obra, recién publicado en la colección Austral, es permitirse el ejercicio de una virtud bastante olvidada: la meditación. Pasada la sorpresa dramática, lejos ya de la emotividad del estreno, queda la denuncia ética, la implicación colectiva, la documentada piedad, la proximidad de «Surelia: un país lejano», el reconocimiento de «nuestro mundo». Dije en las crispadas horas siguientes al estreno que era vital ver y oír esta representación. Ha sido así. Hubo algunas reacciones, parece, en los primeros meses posteriores al estreno. Después ha venido ese silencio meditabundo, esos ojos bajos, esa sordina de los espectadores que abandonaban el teatro sacudidos y conmovidos. Pienso que eso es lo que Buero deseaba. Le hubiese sido fácil,con ese tema, la didáctica de agitación. Su dramaturgia no le permite el oportunismo y su eticidad no le consiente la inmadurez. La historia del doctor Valmy se queda ya en la historia de nuestra literatura dramática. Es consolador.

Con las seiscientas representaciones se ha hecho coincidir la incorporación de Carmen Bernardos, en el papel de Mary Barnes. Extraordinaria actriz, con un registro de insólita amplitud que la lleva desde la comedia al drama y desde los clásicos a las formas coloquiales contemporáneas. Infrecuente actriz. Gran capacidad de desentrañamiento. Y una de las voces más puras, controladas y templadas de nuestro censo interpretativo.

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